Jesica Abigail Ortiz

Bibliotecaria Referente CENDIE (DGCyE)


La importancia de las fotografías como documento histórico.

Su recuperación y puesta en valor desde la biblioteca escolar

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RESUMEN


El presente artículo pone de manifiesto la importancia de las fotografías escolares como documento histórico. Su relevancia radica en el interés que tiene para las ciencias sociales como fuente de información, puesto que permite conocer las prácticas pedagógicas y sociales en diferentes épocas. Asimismo, se trata de poner en relieve el rol de las bibliotecarias y los bibliotecarios en su recuperación y puesta en valor.


Palabras clave: Fotografías, Biblioteca escolar, Imagen, Archivo, Documento histórico.


RECONSTRUIR Y SOSTENER LA IDENTIDAD ESCOLAR


Este artículo es producto de la reflexión en cuanto al trabajo realizado desde el Programa Integral de Bibliotecas escolares y especializadas del Sistema Educativo de la provincia de Buenos Aires (Resolución n° 1501/20) que desde el año 2004 desarrolla el Centro de Documentación e Información Educativa (CENDIE). Como parte de sus líneas de acción, entre los años 2008 y 2010, comienza a implementar el proyecto de Archivos y Museos Escolares en el marco del Programa Memoria e Historia de la Educación Argentina (MHEdAr) y del Programa Nacional de Archivos Escolares y Museos históricos de Educación que desarrolla la Biblioteca Nacional de Maestras y Maestros (BNM) (Resolución nº 717/13).

Desde el Programa MHEdAr se promueve la valoración, protección y difusión de los fondos documentales con los que cuenta cada institución educativa. No se trata de cuán antigua es la escuela para pensar en la confección de un archivo escolar, sino que se pone el énfasis en la riqueza que la institución guarda en sus documentos y que forma parte de la historia misma de la vida escolar. Las fotografías son documentos que también reflejan y conforman la memoria pedagógica de las instituciones educativas de nuestro país.

En la provincia de Buenos Aires, el Programa Integral se despliega en el territorio a través de las Bibliotecarias y los Bibliotecarios Referentes del CENDIE (BRC), quienes desarrollan entre otras acciones la línea de detectar e impulsar el rescate y puesta en valor de Archivos y Museos escolares en el marco del Programa Nacional Memoria e Historia de la Educación Argentina-Archivos y Museos (MHEdAr-AM) para acompañar el proceso de conformación de archivos y museos escolares en cada región educativa, teniendo en cuenta que el Programa Integral de Bibliotecas contempla también para esta tarea la Ley n° 26.917 del Sistema Nacional de Bibliotecas y el Reglamento General de las Instituciones Educativas de la provincia de Buenos Aires, que en sus artículos 281 y 287 menciona la posibilidad de que las escuelas cuenten con museos escolares y archivos históricos. En cuanto al tipo de documentación a contener se toman en consideración los artículos 186 y 189 del mismo Reglamento como guía en el quehacer bibliotecario.

Partimos de la idea de poner de manifiesto la importancia de recuperar

las fotografías escolares que se encuentran en las bibliotecas de las instituciones educativas a través del trabajo de sus bibliotecarias y los bibliotecarios. Se apunta a resaltar dos cuestiones: por un lado, la importancia de las fotografías escolares consideradas como documentos históricos, y por otro, el rol de las bibliotecarias y los bibliotecarios en cuanto al trabajo de recuperación, entendiendo que la misma resulta un arduo proceso de búsqueda, selección y clasificación de las fotografías para su posterior conservación,1 difusión y puesta en valor, de forma tal que trascienda las paredes de las instituciones escolares, extendiéndose hacia la comunidad y permitiendo formar parte de trabajos de investigación a partir de su democratización en el acceso físico o virtual. Al ser concebidas como documentos históricos, las fotografías escolares resultan ser un insumo para describir, analizar y comprender sucesos pasados, cambios y continuidades que se fueron instalando en el devenir histórico dentro del sistema educativo, tales como: dispositivos escolares y prácticas, estereotipos de género, infancias y juventudes entre otras.

Las diferentes miradas sobre los usos posibles de las fotografías escolares y sus diversas lecturas, resultan ser una aproximación a los aspectos centrales que se destacan en este artículo, siempre teniendo en cuenta que si bien existen artículos e investigaciones sobre el tema, estos suelen apuntar hacia el análisis sobre cómo realizar su lectura. Asimismo, muchas veces se deja de lado la función primordial que cumple el bibliotecario escolar siendo el eslabón de acompañamiento y orientación, entre los documentos fotográficos y los investigadores.


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EP N° 52 “Provincia de Entre Ríos”. (San Justo).

Festejo Bodas de Plata 1955-1980.


HUELLAS DEL PASADO Y DEL PRESENTE


A lo largo del siglo XX y hasta la actualidad, las imágenes vienen ocupando un rol fundamental en el análisis de la historia de los hombres. Diversos autores, tanto a nivel nacional como internacional han investigado y escrito sobre sus diferentes usos, asociándolas a distintos ámbitos y prácticas sociales.

Desde el surgimiento de la fotografía en 1826, esta se fue convirtiendo con el paso de los años, en un medio auxiliar de la historia. Lo podemos advertir ya hacia 1888 cuando el historiador y bibliotecario británico George Francis (1867-1948)2 señalaba la importancia de recolectar y coleccionar fotografías de manera sistemática, ya que las consideraba la mejor representación gráfica de las formas de vida y la materialización de los productos de los hombres.

Por otro lado, el historiador alemán Aby Warburg (1866-1929) realizó sus investigaciones en relación a la descripción de la cultura basándose tanto en los textos como en las imágenes. Por su parte, el historiador británico Peter Burke en su libro Visto y no visto, ocupa todo un capítulo dedicado al desarrollo del uso de la imagen fotográfica como documento histórico, señalando entre otras cuestiones, que este tipo de documento ha adquirido gran valor en las investigaciones junto con los testimonios orales y los textos literarios. Sin embargo, advierte que los archivos fotográficos suelen ser poco consultados por los historiadores.

Historiadores del arte contemporáneos como el sudafricano David Freedberg y el alemán Hans Belting han sabido comunicar en sus escritos la importancia de las imágenes en la vida de las personas. Mientras que Freedberg desde su libro El poder de las imágenes (1992) y desde una mirada más íntima, describe el poder que tienen las imágenes sobre el ser humano y las reacciones que provocan, Belting plantea desde una perspectiva más social, la necesidad de la producción y circulación cultural de imágenes. Si bien ambos autores son reconocidos por sus diversos trabajos en su campo, también en distintas disciplinas como las Ciencias de la Comunicación, la Antropología, la Historia y la Sociología han realizado grandes aportes para analizar las imágenes fotográficas a partir de la visibilización de las formas de dominación política y económica quesubyacen en la producción y consumo de las mismas.

Autores latinoamericanos como el sociólogo y antropólogo brasileño Gilberto Freyre (1900-1987)3 y el historiador estadounidense Robert Levine (1941-2003)4 utilizaron los testimonios fotográficos para reconstruir la vida cotidiana en América Latina.

En Argentina, Silvina Gvirtz y Gabriela Augustowsky en su libro Imágenes de nuestra escuela. 1900-1960, desarrollan las formas de “mirar” una imagen y cómo se introduce su análisis a principios del siglo XX desde la escuela argentina, junto con los cambios que se sucedieron en relación a los usos didácticos y estéticos por las cuales eran convocadas. A su vez muestran cómo el desarrollo de las fotografías para algunas ciencias como la Geografía y la Historia, pasan a ocupar un plano principal, revalorizándolas como portadoras de contenidos disciplinares.

En línea con las autoras mencionadas, dentro de la colección Derechos Humanos, Género y Educación Sexual Integral en la escuela (2021) del Ministerio de Educación de la Nación, encontramos Leer imágenes uno de los libros que componen dicha colección y que brinda orientaciones sobre cómo analizar imágenes escolares en la escuela.

Asimismo, la Biblioteca Nacional de Maestras y Maestros elaboró en 2012 el documento “La fotografía escolar como testimonio del pasado educativo para la construcción de un futuro: herramientas prácticas para su conservación y preservación” como parte del Programa Memoria e Historia de la Educación Argentina (MHEdAr), Proyecto de Conservación. Este documento resulta de gran interés para comprender el valor del fondo documental propio de cada institución educativa que representa su historia y su identidad, poniendo de manifiesto la conservación y difusión del mismo.

Podemos observar cómo la fotografía, dentro del ámbito de los museos y archivos escolares se va constituyendo en un insumo muy potente para reconstruir la vida en las escuelas.

Podemos notar, a partir de los autores explorados para el presente artículo, que existen antecedentes en relación a la importancia de las imágenes en general y la fotografía en particular. Las observaciones que se le hacen a la fotografía en particular son justamente bajo el criterio de “ver y leer” aquello que en las palabras y en los textos no se dice. La fotografía escolar es pensada desde el plano de los autores como un documento de importancia que contiene mucha riqueza en sí misma, sin embargo, Gvirtz y Augustowsky se orientan hacia docentes y estudiantes, brindándoles herramientas que les permitan hacer la lectura de imágenes fotográficas con un sentido educativo. Sin restar importancia sino al contrario, en el presente artículo nos centramos en el análisis de las fotografías escolares, desde las posibilidades que pueden llegar a brindar al campo de la investigación de las Ciencias Sociales.

Podemos afirmar que encontramos un área de vacancia en cuanto al rol que pueden ocupar las bibliotecarias y los bibliotecarios escolares en la recuperación y puesta en valor de las fotografías en las instituciones educativas, sus funciones profesionales implican tiempo, responsabilidad y compromiso.


UNA BREVE HISTORIA DE LOS ORÍGENES DE LA FOTOGRAFÍA Y SU IMPORTANCIA PARA LA VIDA DE LAS ESCUELAS


La imagen se ha convertido en el medio de comunicación más poderoso. La frase “una imagen vale más que mil palabras” es la puerta de entrada a un mundo que nos antecede. La semióloga francesa Martine Joly (1999) afirma que “la imagen puede ser una herramienta de conocimiento porque sirve para ver el mundo mismo y para interpretarlo” (p. 68).5 Esta idea de “herramienta de conocimiento” que propone el autor es la que nos interesa tomar para pensar las fotografías escolares, ya que el pasado deja sus huellas en las imágenes materiales; parafraseando al crítico de arte inglés John Berger (1926-2017), la imagen es un registro de un modo de ver.

En las últimas décadas, los estudios sobre la imagen diferencian los conceptos de visión y visualidad, entendiendo que visión se refiere a la anatomía y la óptica en relación a las posibilidades del ojo humano, mientras que la visualidad hace referencia a la cultura, es decir, cómo el bagaje de conocimientos adquiridos a través de ella influyen en la significación que le damos a las imágenes. Podemos considerar así, que la vista puede operar como una actividad colectiva, social y cultural. Ver es interpretar y solo nos detenemos en aquello que llama nuestra atención.

El historiador de arte británico Michael Baxandall (1972) desarrolla la idea del “ojo de la época” advirtiendo que las imágenes que observamos y analizamos no dependen de los conocimientos artísticos con los que contemos sino de la experiencia cotidiana y la educación en general.6 En este sentido creemos que las bibliotecarias y los bibliotecarios escolares poseen una formación, que les brinda herramientas conceptuales e interpretativas que hacen factible la posibilidad de seleccionar imágenes escolares que den cuenta de un recorrido educativo en la escuela donde se desempeñan, de manera que pueden reconstruir su historia y ponerla a disposición de la comunidad educativa y accesible para futuras investigaciones.

Cuando pensamos en cómo se gestó la fotografía, debemos mencionar que ya en la Antigüedad los estudiosos habían observado cómo la luz cambia la naturaleza de algunas sustancias, y que la fotografía fue con los años una manera de fijar la imagen de la cámara utilizando la acción de la luz. Antes de obtener la fotografía como la conocemos hoy, sus antecesores fueron la cámara oscura –de la cual Leonardo Da Vinci durante el Renacimiento hace una descripción minuciosa de su funcionamiento– y la cámara lúcida diseñada en 1807 por el científico inglés William Hyde Wollaston. Ambas cámaras eran similares en su función, pero la cámara lúcida era más pequeña, lo cual permitía ser fácilmente transportada y era muy utilizada por los viajeros. Ninguna de las dos cámaras proporcionaron la fotografía actual, sino que se basaban en un dibujo que era necesario repasar. Por esta razón fueron consideradas como equipamiento de dibujantes.

El científico inglés Thomas Wedgwood fue el primero que intentó registrar

la imagen de la cámara valiéndose de la acción de la luz.7 Muchos otros, también realizaron diversos experimentos analizando sustancias y tipos de papeles. Luego de numerosos actos fallidos será de la mano del francés Nicéphore Niépce que aparecerá la fotografía hacia 1816. La primera y más antigua fotografía conocida data de 1826.

En 1833 Hércules Florence inventa un procedimiento fotográfico que, por primera vez en la historia llamó fotografía. Hacia 1839 en Francia, Louis Daguerre inventó el primer procedimiento fotográfico conocido como daguerrotipo. Sin embargo, recién en 1886 aparece la celulosa como superficie fotográfica. Hacia 1903 aparece la fotografía a color, pero el procedimiento que se utilizó se abandona en 1935 por ser muy costoso. Sin embargo, nuevas técnicas la sucedieron lo cual logró obtener la fotografía a color de manera definitiva.

Se puede decir que la invención de la fotografía permitió obtener imágenes de diferentes lugares del mundo y trasladarlos de un extremo al otro, guardar registro de actividades y seres queridos, pasó a convertirse en cierta forma en los ojos del mundo. Pero, no debemos olvidar que la fotografía siempre respondió a las características de cada época, se mostró solo aquello que era preciso mostrar. La fotografía logró insertarse rápidamente como objeto distinguido en las clases altas porque era muy costosa, lo cual generó adeptos en todo el mundo pero también conflictos en cuanto a aspectos morales, puesto que hubo períodos donde, por ejemplo, la fotografía del cuerpo humano desnudo tuvo su gloria, y sus defensores expusieron argumentos sólidos para realzar su importancia, a tal punto que hoy se la considera también un arte.

En 1840 el daguerrotipo llega a América Latina. En nuestro país la élite utilizó la fotografía para dejar registro fotográfico de su estilo de vida, particularmente, por ejemplo, por parte de personalidades destacadas de la historia argentina, como Mariquita Sánchez de Thompson y Juan Bautista Alberdi. Además de costoso, el proceso era tedioso, quienes posaban debían quedarse inmóviles durante 20 minutos para obtener una fotografía de calidad. A finales del siglo XIX los avances sobre este procedimiento redujeron costos y tiempo. El 15 de octubre de 1845 fue tomada la primera fotografía en Buenos Aires. Su protagonista fue el Gobernador Miguel Otero (1790-1874). Actualmente, es patrimonio del Museo Histórico Nacional.

Como bien se ha señalado, las fotografías respondieron siempre a una época, es decir, respetaron cánones y modas, cuestiones religiosas y morales arraigadas en cada sociedad. En ese marco, las fotografías escolares de nuestro país son un claro reflejo de las tradiciones escolares de cada período histórico, representaron además, en cada contexto, una herramienta socializadora para quienes las consumían. Patrones que se repetían de generación en generación quedaron plasmados en la imagen, por eso la fotografía se fue incorporando en las escuelas comouna herramienta de representación de aquello que era preciso mostrar: la pulcritud, el respeto hacia los símbolos patrios y la vestimenta entre otros. Básicamente, el control como aparato del Estado que preparaba a los estudiantes para ser parte de una vida ordenada con roles de género y de vida socialmente bien definidos.

Recuperar las fotografías escolares como documento de la historia nos permite reflexionar acerca de la cultura cotidiana en las escuelas y trazar un paralelismo con la sociedad en la que escuela estuvo –y está– inserta.


DESARROLLO


Pensar en la recuperación de las fotografías escolares desde las bibliotecas es una de las formas de rescatar la memoria de las instituciones educativas. Como objetos culturales portadores de múltiples sentidos, las fotografías nos permiten conocer y reconstruir formas de habitar las escuelas. Prácticas, hábitos y dispositivos escolares quedan impregnados en esas fotografías. La cultura escolar plasmada en pequeños fragmentos, nos cuenta cambios y continuidades, pero también hibridaciones y mutaciones producidas a través del tiempo. ¿Qué vemos cuando miramos una fotografía escolar? De alguna manera tratamos de recomponer el pasado porque portan un significado y proyectan parte de la historia de esa institución, a la vez que reflejan características a nivel macro de la educación argentina de una época. El ojo humano no es neutral ya que lo que cada sujeto percibe son organizaciones de significados, puesto que la forma en la que vemos y leemos las imágenes se encuentra condicionada por la historia personal y las convenciones de cada época y cultura. Por esta razón consideramos que es posible a través de la recuperación de las fotografías escolares, poner en diálogo el pasado y el presente. Como documento histórico cobran significado y quienes las observan las resignifican, a partir de su experiencia personal y sus vivencias, de su propia visión del mundo, que es también una construcción cultural.

Las fotografías resultan ser tan valiosas como documentos históricos

en relación al ámbito educativo que permiten a docentes, estudiantes e investigadores y académicos de distintas disciplinas, obtener información, tanto para conocer el pasado a partir de lo que representan esas imágenes, como también para el desarrollo de investigaciones, ya sea porque se


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EP N° 13 “Domingo Faustino Sarmiento”.(Villa Madero).

Inauguración del mástil de la escuela. 22-11-1936


aboquen al estudio de una institución en particular o porque se intenten establecer características o patrones de vida cotidiana propios de una comunidad educativa, en una época determinada.

Pero, ¿es posible valerse de una fotografía para comprender ese tiempo pretérito en la escuela? Podemos creer que la fotografía lo dice todo, pero en definitiva sabemos que no es así. Sería arriesgado tomar como única fuente de investigación el análisis de las fotografías escolares, puesto que múltiples investigaciones dan cuenta de que el cruzamiento con otro tipo de fuentes documentales historiográficas hacen posible un análisis más acertado. Si tomáramos en consideración solo las fotografías caeríamos en un equívoco como diría Peter Burke porque, como él bien señala en uno de sus escritos, las fotografías no son el espejo de la realidad. Las fotografías escolares capturan momentos particulares de la vida escolar, no son la vida escolar, por lo cual es necesario valerse de su riqueza en cuanto a información pero no apelar a ellas como la única vía de información posible para interpretar una realidad pasada. Asimismo, las imágenes –en este caso las fotografías– están situadas en su propia tradición cultural y por ende son distintas las convenciones visuales que las atraviesan en su análisis, es decir, los códigos visuales van cambiando (Baxandall, 1972). Así como no todos vemos lo mismo en una misma fotografía escolar, tampoco decodificamos su significado de la misma manera. Aquí tiene peso el bagaje cultural de quien observa.

Peter Burke realiza varias observaciones en cuanto al uso de la fotografía como documento histórico,8 partiendo de la premisa de hasta qué punto el historiador debe darle crédito a la fotografía, ya que en principio no son reflejos puros de la realidad. El autor habla del “efecto real” de la fotografía, teniendo en cuenta, por un lado, que se pone en tela de juicio la relación entre lo que se considera realidad y representación de la misma, y por el otro, considerar también que la mirada del fotógrafo no es objetiva e inocente, incluso está cargada de muchos prejuicios. Por consiguiente, los fotógrafos seleccionan qué aspectos del mundo real desean mostrar y por eso es peligroso utilizarlas en sentido estricto como testimonio, sin antes indagar el propósito que persiguió su autor sobre ella. Sin embargo, puede ser utilizada debido a que refleja un testimonio ocular, independientemente de su calidad estética. El autor compartelas palabras de Ruskin quien considera que las fotografías son de gran utilidad si se las sabe someter a un careo severo, ya que pueden dar cuenta de la cultura material del pasado.9 Difundir desde la biblioteca las fotografías escolares resulta relevante puesto que proporcionan testimonio de prácticas educativas y sociales, podemos a través de ellas “leer las estructuras de pensamiento y

representación de una determinada época” (Burke, 2001, p. 13).

No podemos negar que las fotografías escolares responden a cierta construcción por parte de las y los docentes de lo que consideran respecto de cómo debe ser un acto escolar determinado, pero esto nada tiene que ver con lo que señala Burke, ya que las fotografías escolares tratan de resguardar un momento particular muy significativo para la comunidad educativa de ese momento.

Estas vivencias invaluables que se plasman en imágenes y en fotografías escolares, muchas veces pasan a ser parte del Libro de Oro de la escuela, libro que suele archivarse en la biblioteca. Ese espacio adquiere la función de resguardo y la bibliotecaria o el bibliotecario escolar, su guardián, quien en cada acto escolar recopila y selecciona qué fotografías van a ser colocadas en el libro y por qué. Es quien suele realizar en cada una de ellas una anotación para no olvidar ese momento exacto: esas personas con nombre y apellido que tuvieron relevancia, niños abanderados o que realizaron la Promesa a la Bandera, esa compañera que se va, que se jubila, esa familia que siempre baila, esa bandera que año tras año flamea en el patio y que lleva las marcas del tiempo que, con los años le arrebata su color. Cada fotografía se convierte en un documento, fuente de información que da cuenta de las actividades y la forma en que se concibe esa institución. Su recuperación y puesta en valor en la comunidad son importantes ya que representan parte de la biografía escolar. Notamos a simple vista tamaños y colores distintos en cada fotografía, y en una mirada más profunda cómo cuentan micro historias.

Pensar desde la biblioteca escolar la posibilidad de elaborar un archivo fotográfico es una tarea ardua donde la bibliotecaria o el bibliotecario deben asumir una tarea ardua. Sin embargo, las y los profesionales en sus bibliotecas no están en soledad en dicha tarea. Hacia el año 2010 desde el CENDIE se puso en marcha el Programa Nacional Proyecto jurisdiccional de Archivos y Museos Escolares, que promueve la recuperación, organización, puesta en valor y difusión del patrimonio educativo que es parte de cada escuela. De esta manera se pone en valor la memoria histórica y se brindan herramientas a sus bibliotecarias y bibliotecarios escolares para la realización de acciones concretas destinadas a la conformación de archivos y museos en las escuelas.


A MODO DE CIERRE


Las fotografías escolares son un tesoro a explorar y difundir dentro de las bibliotecas. Sus lecturas resultan enriquecedoras en la construcción del pasado reciente de la institución escolar que las alberga. La interpelación de niñas y niños sobre aquello que miran y aquello que el bibliotecario puede invitar a ver resulta fundamental para construir un sentido de pertenencia en su escuela: reconocer en ellas a familiares, a algunas de sus docentes en sus años de juventud u observar cómo se vestían los niños de esa época, despierta interrogantes que permiten el conocimiento del mundo y los convocan a pensar el pasado desde la cotidianidad de la vida escolar de la que ellos ahora son parte.

La posibilidad de crear archivos escolares fotográficos promueve la recuperación de la historia escolar atravesada también por paradigmas

educativos cuya influencia se puede ver reflejada en las fotografías. Permite un acceso rápido a cuestiones particulares a las que se desea acceder, cotejar, comparar y analizar de un mismo período histórico, incluso en paralelo con otras instituciones. En síntesis, facilita la tarea de investigación de quien las solicite, lo cual deja al bibliotecario como mediador entre la biblioteca, las fotografías y sus usuarias y usuarios, con conocimiento de todo lo que esta contiene. De todos modos, el proceso de elaboración de un archivo escolar depende de un tiempo que por lo general el bibliotecario escolar rara vez posee. Puede esto considerarse una limitación, pero no resulta un impedimento, sino que se convierte en un trabajo lento y discontinuo que puede abarcar más de lo que el profesional imagina. Tal situación podría desanimar la posibilidad de embarcarse en la tarea de construir un archivo fotográfico. Lo importante es planificar la tarea y comenzar, pensándola como un proyecto a largo plazo puesto que no se trata de acumular fotografías por períodos, sino de entender de qué hablamos cuando nos referimos a un archivo. Y saber que se cuenta con el acompañamiento del Proyecto jurisdiccional de Archivos y Museos Escolares de la mano del CENDIE para comenzar el camino.

Por otra parte, será necesario el trabajo colaborativo con archivistas y

con otros actores institucionales que desarrollen tareas en la institución educativa, de manera que se puedan diseñar políticas para la gestión, organización, transferencia y disposición de los documentos fotográficos. Las fotografías escolares no son simples ilustraciones pegadas en el Libro de Oro de la escuela ni colgadas en sus pasillos por que sí. Poner atención en sus detalles puede dar respuestas o plantear nuevos interrogantes en quien las observa, representan un testimonio visual que no solo nos invita a pensar en el pasado, sino también en el presente en cómo también nos

convocan desde los sentimientos y las emociones.

Tiene el bibliotecario escolar la bella tarea de recuperar esos documentos, conservarlos, resguardarlos, enriquecer su acervo solicitando fotografías a docentes y ex alumnos, tiene también la responsabilidad de difundirlos, de ponerlos en valor, de crear interrogantes, despertar curiosidades, pero por sobre todo contribuir a través de ellas en la construcción de la identidad de su escuela.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS


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Burke, P. (2001). Capítulo I. En Visto y no visto. El uso de la imagen como documento histórico (pp. 25-41). Crítica.


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Síntesis.


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1 Este proceso refiere inicialmente a la aplicación de técnicas básicas de limpieza y de restauración de las fotografías que generan como consecuencia una forma de conservación preventiva, reduciendo así futuros deterioros de la documentación intervenida.

2 Director del Museo Británico entre 1931 y 1936.

3 Fue uno de los sociólogos más importantes de América y el más destacado en Brasil.

4 Se desempeñó como Director de Estudios Latinoamericanos y profesor de historia en la Universidad de Miami.

5 Escritora y profesora universitaria en las cátedras de Semiología de la imagen y del cine en Francia.

6 En 1958 trabajó en la colección fotográfica en el Instituto Warburg.

7 Se lo conoce por ser uno de los primeros experimentadores en el campo de la fotografía. Hacia 1790 creó un método para teñir químicamente tratando el papel con nitrato de plata y exponiendo el documento a la luz.

8 Historiador británico especialista en Historia social y cultural moderna.

9 Ruskin, J. Crítico de arte (1819-1900).

 

Ortiz, J. (2023). La importancia de las fotografías como documento histórico.

Su recuperación y puesta en valor desde la biblioteca escolar. Anuario sobre Bibliotecas, Archivos

y Museos Escolares, 3, 64-78 64

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