Matías Maggio-Ramírez

CENDIE (DGCyE) – Universidad Nacional de Tres de Febrero


¿Cómo organizar un club de lectura

entre adultos?

Una revisión bibliográfica con una yapa

cinematográfica

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RESUMEN


Se realizó una revisión bibliográfica sobre artículos y libros que analizan los clubes de lectura. La bibliografía fue desglosada para encontrar distintas estrategias que pueden desarrollarse en un club de lectura bajo la gestión de bibliotecas, librerías o de la comunidad lectora. Se indica quién, cómo y por qué se recomienda organizar un club de lectura. El cine también abordó los clubes de lectura como espacios de diálogo y encuentro entre amigas, en films que permiten reponer otra estrategia de organización por fuera de la institucional.


Palabras clave: Club de lectura, Hábito de lectura, Sociabilidad, Biblioteca escolar.


¿QUÉ ES UN CLUB DE LECTURA?


Un propósito de las bibliotecas del futuro podría ser reconstruir alrededor del libro las sociabilidades que hemos perdido.

Roger Chartier (2000, p. 114)


Una de las acepciones a la entrada “Club de lectores” que presenta el Diccionario de bibliología y ciencias afines de José Martínez de Sousa (2004, p. 186) es: “Grupo de lectores que se reúnen para realizar programas de lectura en fechas determinadas bajo la supervisión de un bibliotecario. Se da sobre todo en bibliotecas escolares de algunos países”. La definición, un tanto escueta, deja de lado la diversidad que engloba una propuesta cultural que se centra en la lectura y el diálogo tanto en una biblioteca, una librería o en un espacio hogareño. La principal característica de un club de lectura es que se trata de una reunión periódica entre pares para comentar la lectura que realizaron con anterioridad. Aunque parezca una contradicción, en el club de lectura no se lee, se conversa sobre lo leído.

La investigación sobre los clubes de lectura en Argentina es un área vacante, al revisar repositorios especializados como E-prints Library and Information Science. En cambio, en España se desarrollaron distintos estudios que sitúan la práctica del club de lectura a mediados de los años ochenta del siglo pasado (Arana Palacios y Galindo Lizaldre, 2009; Álvarez Álvarez, 2016). Primero estuvo dirigido al público adulto y tiempo después se desplazó a la educación obligatoria como estrategia de innovación en la promoción de la lectura. Su auge y diversificación fue tal que se organizaron “clubes de lectura de géneros literarios específicos (cómic, novela negra, poesía) o destinados al trabajo de temáticas concretas, tanto en formatos presenciales como virtuales (Domingo Espinet y Sola Medina, 2005), o en marcos espacio-temporales muy diversos como asociaciones, prisiones o empresas” (Álvarez Álvarez, 2016, p. 93). Si bien los clubes de lectura nacieron en ambientes urbanos, luego se desarrollaron en el mundo rural. De hecho en España la mayoría de los clubes de lectura se situaron en bibliotecas de pequeños municipios, y sus miembros fueron principalmente mujeres jubiladas o mayores de 65 años, según un relevamiento realizado hace una década (Cruz González-Cutre y Saurin Parra, 2013).


¿CÓMO SE DESARROLLÓ LA DINÁMICA DEL CLUB DE LECTURA EN ESTADOS UNIDOS?


[Estados Unidos contó con una] vigorosa cultura comunitaria, que se formó en el seno de los diferentes protestantismos, inglés o norteamericano, [que] nunca existió en la sociedad francesa: esta siempre tuvo una estructura más vertical, más jerárquica, en la que el peso de la autoridad tiene más fuerza que la iniciativa colectiva. Esta es una clave quizá más importante aun que la clave religiosa.

Roger Chartier (2000, p. 76)


Durante el siglo XX en Estados Unidos, donde tiene una gran tradición, el club de lectura una reacción frente a la especialización del conocimiento, ante el temor de perder la formación humanista del estudiantado universitario, por lo que se proponía la lectura y debate de los grandes clásicos de la literatura y la filosofía. Esta práctica pasó los límites de la universidad y se comenzaron a formar grupos de lectura en bibliotecas, parroquias, así como asociaciones civiles y empresariales. En los años cincuenta se leían principalmente las obras de “hombres blancos muertos”, se comentaba la lectura a partir de una guía entregada previamente y el perfil del público, era de formación académica, estatus social alto, adultos jóvenes. Las razones por las que participaban estaban motivadas por el deseo de conocimiento, así como conversar con otros pares. En la década siguiente los cambios se hicieron presentes tanto en la selección del canon como en la conversación guiada por cuestionarios. Los años sesenta objetaron el status establecido, por lo que se comenzó a mezclar el canon literario con obras de alta rotación y más ligeras. Ya no se trataba solo de clásicos literarios, sino también de la cultura popular, la literatura feminista y voces emergentes que eran disonantes frente al canon de “hombres blancos muertos”.

La gran explosión de clubes de lectura en los años noventa, según el estudio sociológico que realizó Elisabeth Long en Houston –Texas–, se debió a que “los grupos de lectura llenan un hueco que ninguna otra asociación cumple de igual manera en la vida de la gente. Las amas de casa valoran especialmente estos grupos, que les ayudan a salir de la rutina del hogar y del cuidado de los hijos” (Arana Palacios y Galindo Lizaldre, 2009, p. 38). Las mujeres que se sienten aisladas en sus trabajos encuentran en los clubes un clima de amistad y camaradería. También les sucede a quienes trabajan en distintos ámbitos en los que no tienen espacios para hablar de sus ideas, de problemas éticos, estéticos o valores. El estudio de Long encontró que el 60% de los grupos analizados estaban constituidos por mujeres, que el 30 % eran mixtos y 10% eran de hombres y en ninguno de ellos participaban afroamericanos. Las edades, según el estudio, promediaban los cuarenta años, y las integrantes contaban con estudios medios y de nivel superior (Arana Palacios y Galindo Lizaldre, 2009).


¿QUÉ CARACTERÍSTICAS TIENEN LOS CLUBES DE LECTURA PRESENCIALES EN EL SIGLO XXI?


La práctica de lectura propia de las redes sociales es una lectura acelerada, apresurada, impaciente, fragmentada (y que fragmenta), sin la necesidad de controlar las informaciones y las afirmaciones leídas.

Roger Chartier (2021, p. 24)


Los clubes de lectura se construyen como un espacio seguro, donde la participación es voluntaria, y por ninguna razón se rechaza o discrimina a sus integrantes. La intención es encontrar un lugar donde “la lectura (constituya o no un hábito adquirido previamente) [sea] central, así como el diálogo igualitario y democrático entre los miembros del grupo” (Álvarez Álvarez, 2016, p. 93). En el siglo XXI asistir a un club de lectura no está, como en otro tiempo, marcado por la lectura y conocimiento de las grandes obras del pasado como una vía para el crecimiento personal, sino por el “simple hecho de compartir una afición y, con la excusa de comentar un libro, pasar un rato charlando de manera distendida con otras personas de nuestra comunidad” (Arana Palacios y Galindo Lizaldre, 2009, p. 39), por lo que se intenta recuperar los espacios para la conversación, para contar la experiencia vivida desde el comentario de un libro en común. Tal como escribió Jesús Arana Palacios, en un club de lectura lo que se hace “es reconstruir ese código común: entre todos acotamos un territorio de lecturas, lo habitamos y, en consecuencia, nos consideramos legítimamente compatriotas” (p. 11).

Una de las características de los clubes de lectura como espacio de

diálogo es que “todos somos conscientes de que no todas las opiniones están igual de fundamentadas ni tienen el mismo valor, pero todas son escuchadas con respeto. La autoridad de cada uno de los miembros no es algo de lo que se esté investido a priori, sino que se debe ganar haciendo comentarios inteligentes sobre el libro” (p. 11). Los tiempos que corren se encuentran marcados por el exceso de controversias. La polémica como género literario revivió en la brevedad de los tweets. La investigadora Deborah Tanen, glosada por Jesús Arana Palacios, sostuvo:



que estamos inmersos en la cultura de la polémica, que define como una desco- nexión de las personas entre sí y respecto a unos referentes éticos aceptados por todos. En este sentido, los clubes de lectura, aunque sea de una manera modesta, contribuyen a hacer algo cuya importancia es difícil de calibrar: la creación de un tejido social. Si durante la conversación creamos unos lazos que nos unen en un contexto de relaciones personales, en la medida en que esto se convierte de algún modo en parte de un discurso público los lazos de unión se hacen más amplios y nos unen a la comunidad (p.47).


Sostener en la comunidad un club de lectura es entonces abrir un canal donde el texto es la excusa para tejer vínculos comunitarios alrededor de personajes de ficción o historias que de alguna manera nos interpelan.


¿POR QUÉ PARTICIPAR?


En un mundo en el que la lectura se identifica con una relación personal, íntima, privada, con el libro, las bibliotecas [...] deben multiplicar las ocasiones y las formas para que los lectores tomen la palabra alrededor del patrimonio escrito y de la creación intelectual y

estética. Roger Chartier (2000, p. 115)


Distintos estudios y artículos, relevados por Inés de la Cruz González- Cutre y Julia Saurin Parra (2013), Carmen Álvarez Álvarez (2016) y Julián Marquina (2023), destacan que la participación en un club de lectura, tanto en el ámbito escolar como privado, favorece:



Quien coordine debe también tener una actitud activa al tomar notas de su lectura y preparar preguntas para los integrantes del grupo. Calvo (s/d) enumeró a modo de sugerencia algunas preguntas posibles: “¿qué ha parecido tal o cual personaje?, ¿son lógicas sus reacciones?, ¿recuerda a algún otro personaje conocido?, ¿alguien sabe cosas que puedan completar algunos aspectos de la acción narrada?, ¿es creíble lo que cuenta el autor?,

¿se entiende bien la obra o resulta complicada?, ¿qué estilo literario ha usado?”.

Integrantes: La invitación a formar parte del club de lectura se puede realizar en otros grupos consolidados de la comunidad local, por ejemplo, entre docentes de distintos niveles pero que comparten el espacio físico del edificio o los miembros de la comunidad educativa que se enteran de la iniciativa por la cartelera escolar o de la biblioteca, así como por las redes sociales institucionales. Blanca Calvo (s/d) estableció que el número ideal de integrantes oscila entre los 10 y 25 adultos. En el caso en que se inscriban más de 30 personas, se divide el grupo para que en las reuniones cada participante pueda dialogar sobre las lecturas.

Selección de lecturas: lo ideal es que las lecturas despierten el debate, por lo que “se considera imprescindible que el coordinador lea y conozca la obra antes de ofrecerla y trabajarla en el grupo” (Jiménez Guerra, 2005, p. 13). Calvo (s/d) recomienda afianzar vínculos con otras instituciones locales para contar con más ejemplares de un título, a través del préstamo de libros interbibliotecas, para así optimizar la inversión realizada por el erario público y la comunidad. También aconseja que la obra elegida no tenga más de 600 páginas, porque usualmente se leen 100 páginas por semana y así en un mes y medio se terminaría el libro elegido. En el caso de que la novela tenga adaptación cinematográfica, se recomienda ver la película al final de los encuentros para comparar el tratamiento de los personajes y la trama entre el texto y el film.

Duración de la sesión: se recomienda que los encuentros sean semanales con una duración de una hora y media y un promedio de 20 asistentes reunidos en círculo (Jiménez Guerra, 2005, p. 13).

Desarrollo del encuentro: Blanca Calvo (s/d) propone que el espacio del encuentro esté rodeado de libros, que las sillas se ubiquen en círculo para que puedan verse las caras al conversar y, principalmente, que todos los miembros del club sepan los nombres de sus integrantes. Calvo apunta a que el club de lectura sea también un espacio de aprendizaje, por ejemplo, que quien coordina y sus integrantes busquen información sobre la obra o sobre el período histórico en el que transcurre.

Realizar actividades complementarias: como conocer o entrevistar al autor leído, mirar las películas basadas en la novela para luego analizar las distancias entre el libro y el film, en la trama y los personajes (Jiménez Guerra, 2005, p. 13).

También se recomienda, antes de comenzar el ciclo, tener en claro los objetivos de la actividad para luego poder evaluarlos al finalizar el año. El diseño de la acción, con el diagnóstico de la comunidad a la que se dirige, los objetivos propuestos, los distintos modos de llevar adelante el club (selección de lecturas, guías de preguntas, reseñas de los libros, salidas y encuentros temáticos) y su evaluación, serán un insumo invaluable para la organización del siguiente ciclo. Conocer las fortalezas y debilidades del desarrollo del club servirá para mejorar la próxima vez que se lleve adelante.

¿CÓMO SE REPRESENTARON EN EL CINE LOS CLUBES DE LECTURA?


Un club de lectura en las películas estadounidenses suele representarse como una reunión amena entre mujeres para hablar sobre un libro, en la comodidad de un hogar con sillones mullidos, sin niños a la vista, mientras se bebe una copa de vino. Las lecturas se realizaron durante la semana o el mes anterior para tener la excusa de comentar lo leído entre ellas. Una comida frugal o una tabla de quesos y uvas completan la composición de lugar para conversar sobre las lecturas y forjar vínculos que se desarrollarán entre las protagonistas. Puede ser un grupo de mujeres que redescubren a Jane Austen y que mes a mes leen una de sus novelas para intercambiar sus apreciaciones en la casa de cada una de ellas. Encuentran, no sin sorpresa, que sus vidas tienen puntos de contacto con las novelas que leen. Aunque todo se complica un poco más cuando al club se suma un joven interesado románticamente en una de las lectoras de Austen.

La película se basó en el libro The Jane Austen Book Club de Karen Joy Fowler. Poco más de diez años después se estrenó Book club, en la que cuatro amigas deciden buscar nuevas oportunidades para encontrarse con ellas, sus cuerpos y deseos mientras comentan su lectura de Cincuenta sombras de Grey. En estos films, el club de lectura se representa como punto de encuentro entre lectoras, ya amigas, o que terminarán siéndolo allí, y que apuestan al diálogo y la conversación en un espacio común para hablar de sí mismas y su relación con el mundo.1


¿POR QUÉ PENSAR UN CLUB DE LECTURA PARA ADULTOS EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS?


[…] la biblioteca mantiene su papel de lugar de conservación no solamente de objetos y documentos, sino de conversación de una relación con el pasado, de una relación con la cultura escrita […] la biblioteca puede ser a la vez un lugar de aprendizaje, inclusive del mundo digital y sus peligros, y un espacio de sociabilidad en el cual se mantiene una relación con la cultura escrita a través del intercambio de la palabra.

Roger Chartier (2022, p. 35)


Las instituciones educativas son un espacio de encuentro, de diálogo, que respetan la diversidad en favor del conocimiento. El club de lectura es una estrategia social y pedagógica de promoción cultural que puede aplicarse tanto en bibliotecas educativas como populares. Encontrarnos en un espacio entre libros, para conversar sobre lecturas y hacer nuevas amistades, es una propuesta que fortalece a la comunidad educativa y abre nuevas puertas para habitar el mundo imaginario de los libros en compañía, para que leer ya no sea una actividad solitaria.


BIBLIOGRAFÍA


Álvarez Álvarez, C. (2016). Clubs de lectura: ¿Una práctica relevante hoy? Información, Cultura y Sociedad, 35, 91-106. http://revistascientificas.filo. uba.ar/index.php/ICS/article/view/2512


Arana Palacios, J., & Galindo Lizaldre, B. (2009). Leer y conversar: Una introducción a los clubes de lectura. Trea.


Calvo, B. (s/d). Receta para un club de lectura. https://www.dpteruel.es/ DPTweb/wp-content/uploads/2016/01/Receta-para-un-Club-de-Lectura. pdf


Chartier, R. (2000). Las revoluciones de la cultura escrita. Diálogos e intervenciones. Gedisa.


Chartier, R. (2021). Lectura y pandemia. Conversaciones. Katz


Chartier, R. (2022). El pequeño Chartier ilustrado. Breve diccionario del libro, la lectura y la cultura escrita. Ampersand. [Edición de Pedro Araya y Yanko González]


Cruz González-Cutre, I. de la, & Saurín Parra, J. (2013). Los clubes de lectura en la era digital. Pasado, presente y futuro. VI Congreso Nacional de Bibliotecas públicas [Recurso electrónico]: memoria individual, patrimonio global, 2013, pp., 351-358. https://travesia.mcu.es/server/ api/core/bitstreams/ce23f966-561a-4307-a220-5f92ea34fbf3/content


Jiménez Guerra, F. (2005). Clubes de lectura: Una lectura oculta. Boletín GC. Gestión Cultural, 13. https://s8fc66d061761f27b.jimcontent.com/ download/version/136755371/module/6576138254/name/Club%20 Lectura%20Oculta.pdf


Marquina, J. (2023, mayo 30). ¿Por qué debes unirte al club de lectura de tu biblioteca pública? Descubre los principales beneficios. JuliánMarquina... https://www.julianmarquina.es/por-que-debes-unirte-al-club-de-lectura- de-tu-biblioteca-publica-descubre-los-principales-beneficios/


Martínez de Sousa, J. (2004). Club de lectura. En Diccionario de bibliología y ciencias afines: Terminología relativa a archivística, artes e industrias gráficas, bibliofilia, bibliografía, bibliología, bibliotecología, biblioteconomía (p. 787). Ediciones Trea.

 

1 Las películas The Jane Austen Book Club (que en Hispanoamérica se tradujo como

Conociendo a Jane Austen) y Book Club (traducida como Cuando ellas quieren) las destacamos porque representan modos de organizar e interactuar en un club de lectura. Al igual que con cualquier consumo cultural en esta instancia de la publicación, se suspende el

 

 

Maggio-Ramírez, M. (2023). ¿Cómo organizar un club de lectura entre adultos? Una revisión bibliográfica con una yapa cinematográfica. Anuario sobre Bibliotecas, Archivos y Museos Escolares, 3, 288-299