Jesica Abigail Ortiz
Bibliotecaria Referente del Centro de Documentación e Información Educativa (DGCyE)
RESUMEN
El presente artículo recupera la historia de una de las primeras bibliotecas públicas escolares de la provincia de Buenos Aires. Su historicidad nos invita a reflexionar sobre el vínculo que las bibliotecas pueden establecer con la comunidad. Sostenerse a través del tiempo ha sido su mayor desafío, pero el acompañamiento de generaciones de usuarios que la visitan, su mayor fortaleza. La pandemia de COVID-19 no ha podido cerrar sus puertas ya que, mediante protocolos y de manera virtual, continuó con sus actividades. Esta es la historia de un espacio de todas y todos, donde los lazos que se tejieron a lo largo de los años con la comunidad de Ramos Mejía, permiten que hoy la biblioteca “Almafuerte” sea reconocida no solo como un lugar de lectura, sino también, de encuentros e intercambios culturales.
Palabras clave: Biblioteca, Comunidad, Usuarios, Cultura, Escuela.
Al cumplirse el aniversario 60° del CENDIE, desde la región 3 La Matanza, lo celebramos a través de la historia de unas de sus bibliotecas, que supiera llevar adelante, entre sus tareas, la promoción de actividades culturales, tejiendo lazos entre ella y la comunidad de Ramos Mejía desde hace 57 años.
Figura 1 Entrada de la biblioteca.
A lo largo de los siglos la concepción de una biblioteca y el rol del profesional bibliotecario fueron cambiando. Lejos estamos hoy de pensar esos espacios como lugares silenciosos y sombríos, repletos de libros considerados templos de conocimiento. Actualmente, podemos concebir a las bibliotecas como espacios vivos, lugares para compartir múltiples experiencias, estableciendo lazos comunitarios que las trascienden. Y que, a pesar de las diversas formas en cuanto a la adquisición de la información y el conocimiento mediante el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación, convocan a la comunidad a ser parte de experiencias culturales donde la biblioteca como tal no se basta a sí misma, sino que se nutre a partir de la interacción con otras instituciones.
La Biblioteca Pública Escolar “Almafuerte” es pionera en llevar adelante un proyecto cultural amplio en el partido de La Matanza, que desde su creación y hasta la fecha ha desplegado una gama de actividades que enriquecen y convocan a toda la comunidad de Ramos Mejía a ser parte de ella
Fue un 28 de abril de 1963 que la Escuela Primaria n° 24 de Ramos Mejía, nacida en 1929, inauguraba su biblioteca escolar bautizada con el nombre de “Almafuerte”, seudónimo del escritor argentino Pedro Bonifacio Palacios, oriundo de San Justo, partido de La Matanza. Dos años después, la biblioteca escolar que funcionaba en dos turnos (mañana y tarde), se mudaría del aula que ocupaba en el fondo de la escuela a un espacio mayor, conformado por dos aulas contiguas en el frente de la institución, quedando conectada con el patio de la escuela y teniendo una entrada independiente, previa apertura, que tenía salida al hall de entrada. Este cambio que se produjo en 1965 fue debido a que la biblioteca escolar pasó a ser reconocida y abierta a la comunidad como Biblioteca Pública Escolar n° 50 de la provincia de Buenos Aires, bajo la supervisión de la Dirección de Bibliotecas dependiente del Ministerio de Educación de la Provincia.
Las diversas actividades culturales que venía desarrollando, y gracias al apoyo de la Asociación Amigos de la Biblioteca, dieron lugar a este cambio que amplió los servicios de la biblioteca hacia la comunidad educativa, uno de ellos, la extensión de su funcionamiento tres horas más en el turno vespertino, sumando también una nueva bibliotecaria. Fue el mismo Jorge Luis Borges quien apadrinó a la nueva biblioteca y se presentó en su inauguración, e incluso hizo una disertación de la vida y obra de Almafuerte. La comunidad de Ramos Mejía reconoció la importancia de este nuevo espacio y comenzó a frecuentarla asiduamente.
En la década de 1990 la biblioteca sufrió la pérdida temporal del espacio de Ludoteca, debido a la necesidad de un aula para ubicar a las niñas y los niños del 9° grado. Este espacio se recuperó recién en 2006, y dio paso a la inauguración de la Sala Infantil “Graciela Cabal” en 2007.
A pesar de los vaivenes que la biblioteca atravesó desde sus comienzos, las actividades culturales nunca cesaron y la comunidad educativa pudo disfrutar de exposiciones de arte, ferias del libro, grupos de teatro de adultos, grupos de abuelas cuenta cuentos y de los encuentros del autor y el lector, cuya actividad dio lugar a que escritores de renombre como José Murillo, Conrrado Nalé Roxlo, Ulises Petit de Murat, Graciela Montes, Graciela Cabal, Gustavo Roldán, Laura Devetach, Emilio Breda, Ema Wolf, Ana María Shua y Franco Vaccarini, entre otros, cruzaran las puertas de la biblioteca y llegaran a los corazones de niñas, niños y adultos, dejando su huella y su amor por la literatura infantil.
En mayo de 2007 la biblioteca recibe la visita del poeta chileno Tito Alvarado, co-organizador del Festival “Palabra en el mundo” como parte de la celebración del Día Mundial de la Poesía declarado por la UNESCO.
Hacia el año 2011, de la mano de la escritora matancera Nora Coria quien formara además parte del grupo de escritores de La Matanza, la biblioteca llevó adelante el taller de lectura y escritura “Identidad”, junto con los cafés literarios. Al final de cada año las alumnas y los alumnos del taller presentan su antología, acompañados de un narrador o actividad musical, abierta a la comunidad. Actualmente, la profesora Nora Coria desarrolla el taller literario de manera virtual.
Fue en 2014 cuando la biblioteca celebró sus Bodas de Oro a partir de un certamen de poesía y cuentos breves que culminó con la edición de una antología a cargo de la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad de La Matanza, la cual, además declaró este evento como de Interés Cultural mediante la Resolución n° 8.
Hoy en día, a pesar de la situación sanitaria, sus puertas continúan abiertas (con los protocolos correspondientes), y debido a los pedidos de las vecinas y los vecinos, mantiene su funcionamiento una vez por semana y con horario reducido. La fila de gente esperando para ingresar con o sin libro en mano denota el amor que esta biblioteca ha sabido construir en la comunidad, contando con un poco más de 200 socios solo en el turno vespertino que colaboran con la misma a través de una mínima cuota anual destinada a cubrir los gastos necesarios y la compra de libros. Cuenta además con un socio benefactor, la Sociedad de Socorros Mutuos de Ramos Mejía.
Pese al paso de los años, la biblioteca conserva muchos de los rasgos que datan de sus comienzos. Las ex alumnas y los ex alumnos, ahora madres, padres o abuelas y abuelos frecuentan el espacio con la misma sensación que antaño, cuando sonaba el timbre del recreo. El mobiliario y los colores de aquella época parecerían estar detenidos en el tiempo, intactos a pesar del tránsito continuo de usuarios de todas las edades. La biblioteca “Almafuerte” se presenta como ese espacio común a todas las vecinas y todos vecinos de Ramos Mejía. Es difícil pensar en quien alguna vez, y siendo oriundo de esa localidad, no haya siquiera asomado su cabeza por las ventanas que se disponen en forma de L en la esquina de las calles Arenales y Pueyrredón, puesto que, de una u otra forma, la comunidad la reconoce como un ícono de la localidad.
“Me pidieron que recordara una anécdota de mi vida escolar, inmediatamente recor-
dé, entre tantas, un hecho que fue trascendental en la vida de la escuela. Corría el
año 1965, y nos anunciaron que la escuela pronto tendría su propia biblioteca, que
sería inaugurada por un conocido escritor, y que los alumnos de 4° y 6° grado está -
bamos invitados a la inauguración. El día era realmente invernal, además, si mal no
recuerdo era sábado. Por supuesto la invitación tenía carácter de obligatoria: dejar
de jugar un sábado para ir al colegio, y escuchar a un escritor que no era otro que
Jorge Luis Borges, quien ya era conocido, pero que, posteriormente, fue la pluma
destacada de la literatura hispanoamericana.
Nunca más volví a verlo ni a escucharlo, por supuesto sí a leerlo. Mi escuela nue-
vamente me ponía en el camino de la cultura y el conocimiento, camino que jamás
abandoné”.
Dr. Alberto R. Rodríguez (ex alumno de la Escuela Primaria n° 24)
Figura 2 La biblioteca en el corazón de los ex alumnos. Momentos que marcaron su historia