Los libros que Belgrano nos legó

Matías Maggio Ramírez

Escuela de Arte N° 1 Gustavo Chertudi, San Antonio de Areco.

Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF).

La donación de libros de Manuel Belgrano a la Biblioteca Pública de Buenos Aires en 1810 y 1811.

Manuel Belgrano leyó con furor lo que caía en sus manos. Buscó compartir las ideas ilustradas que anidaban en periódicos y libros para comentarlas desde su estancia de estudios en España en la correspondencia que cruzó con sus padres, y ya en Buenos Aires con amigos y colegas. Luego de la fundación de la Biblioteca Pública de Buenos Aires en septiembre de 1810 por parte de la Primera Junta de Gobierno, de la que formó parte, donó en dos oportunidades distintos libros de su colección particular para ampliar el fondo bibliográfico de la institución. Aquí se repone el inventario de los libros que Belgrano legó y que algunos todavía se encuentran al resguardo en la Sala del Tesoro de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno.

Lecturas y civilidad

Los libros eran para Belgrano la excusa para entablar una conversación con distintos interlocutores sin la necesidad de ser experto en la materia (Halperin Donghi, 2014). Escribió sin pudor en el Prospecto del periódico Correo de Comercio, que publicó entre 1810-1811 junto a Juan Hipólito Vieytes, que [... Buenos Aires es] la gran Capital de la América Meridional, digna hoy de todas las atenciones del mundo civilizado, que se encontraba en Europa. El uso del deíctico hoy, a unos meses de la eclosión del proceso revolucionario de mayo, implicaba que antes Buenos Aires no era digna y fue necesario recorrer un camino en favor de la civilidad. Desde la polémica literaria de Manuel José de Lavardén y el limeño Juan Manuel Fernández de Agüero y Echave quedaba en claro que la comunidad letrada festejó la constitución del virreinato del Río de la Plata porque marcaba la independencia del virreinato peruano.

Para que Buenos Aires fuera digna de atención tuvo que pensarse a sí misma, al menos en la escritura de Belgrano, como un territorio civilizado donde reinaba la cortesía. Esta era entendida por el diccionario de la Real Academia Española en 1803 como la acción o demostración corporal con que se manifiesta la atención y el buen modo que se deben unos a otros, por lo que indicaba una situación de igualdad, de pares que conocen un código común de cómo habitar y vivir en el mundo social. Para llegar a esa meta Belgrano confiaba en la palabra impresa, porque la lectura le permitía ampliar conversaciones con nuevos interlocutores. Para hallarlos apeló a la incorporación de nuevas voces a la arena de la comunidad letradas al traducir de François Quesnay las Máximas generales del gobierno económico de un reino agricultor. En su cargo de Secretario del Real Consulado ordenó la suscripción por diecinueve ejemplares al primer periódico porteño, el Telégrafo Mercantil, Rural, Político, Económico e Historiográfico del Río de la Plata que se publicó entre 1801 y 1802 bajo la gestión del español peninsular Francisco Cabello y Mesa (Torre Revello, 1940). También se sostuvo con suscripciones el periódico Semanario de Agricultura, Industria y Comercio, que se publicó entre 1802 y 1807 y en el que se incluyeron lecciones para mejorar la labranza en la campaña bonaerense. La gestión del impreso estuvo a cargo de Juan Hipólito Vieytes, nativo de San Antonio de Areco.

Gran parte de los contenidos que se utilizaron en el Semanario de Agricultura, Industria y Comercio y en el Correo de Comercio fueron tomados del periódico español Semanario de Agricultura y Artes dirigido a los párrocos, aunque sin citar la fuente de origen en la mayoría de los casos. El Semanario de Agricultura ibérico se halló tanto en la biblioteca de Vieytes, así como en la de Belgrano, que lo donaría a la Biblioteca Pública de Buenos Aires. Entre las obras que fueron transcriptas en el Correo de Comercio se encontraron los dos tomos de Elementos del Comercio de Véron Duverger de Forbonnais, que contenía la recopilación de las entradas sobre economía que había publicado originalmente en la Enciclopedia de Diderot y D'Alambert. La traducción al castellano, realizada por el ingeniero Carlos Lemaur, se publicó en España en 1765 y sería copiada, con mínimas modificaciones, en el Correo de Comercio en sus últimos números entre el 1 de septiembre de 1810 y el 6 de abril de 1811 (Maggio-Ramírez, 2020). Por otro lado, hay que tener en cuenta que ese ejercicio de transcripción textual por parte de los editores del periódico implicaba que estaban de acuerdo con las ideas que sostenía el texto original.

Belgrano, al igual que Juan Hipólito Vieytes, creía que compartir las lecturas sobre economía política fomentaría el bien común. Confiaban en que los párrocos ilustrados y los ciudadanos patriotas serían mediadores de la cultura impresa ante los campesinos, para que cambien sus costumbres y planifiquen su futuro. La economía política fue el signo de los tiempos ilustrados que permitió cuestionar de forma solapada a la corte española. Intervenir desde la escritura y la lectura de textos socioeconómicos se convirtió en un acto politizado [… así como] participar en el debate que discutía aspectos importantes del orden absolutista tradicional (Usoz, 2013: 85). Los libros que versaban sobre economía política y la cuestión agraria no sólo poblaron las bibliotecas españolas sino también las bonaerenses, tal vez como un acto de cuestionamiento al absolutismo y a la reconquista de América luego de las reformas borbónicas.

Los intereses de Belgrano fueron más allá de la economía política al recalar en la historia, la literatura y su historia, así como la agricultura, la química, la botánica, el derecho, y la literatura de civilidad. Dentro de este género se podría incluir el Arte cisoria, ó tratado del arte de cortar del cuchillo del Marqués de Villena y un texto renacentista de Giambattista della Porta, La fisonomia dell huomo et la Celeste, que prometía develar la personalidad de un sujeto con sólo escudriñar su rostro. Los saberes de la fisiognómica, estuvieron en auge durante el siglo XVIII, gracias a la difusión que hizo el teólogo suizo Johann Caspar Lavater. Belgrano tal vez leyó de della Porta para escudriñar los rostros y así saber qué escondía la fachada de la cortesanía, que como una puesta en escena, con gestos y discursos altamente codificados ocultaban las intenciones de los distintos actores que deambulaban por la corte. Belgrano le escribió a su padre Domingo para comentarle su experiencia al tratar con los agentes comerciales y representantes de los americanos en Madrid [que] no son otra cosa que unos hombres que nada hacen (Belgrano, 2001: 55). Más adelante le escribió preocupado por [...] estos casos [que] están sucediendo todos los días con los pobres Americanos que no conociendo la baraúnda de la Corte se entregan y se fían de los hombres sin conocer la malicia que puede caber en sus corazones; si esto nos sucede a los que estamos aquí, qué será a los que están miles de leguas distantes (Belgrano, 2001: 55). La corte no era para improvisados, había una codificación de las costumbres y de cómo habitar ese mundo que les era ajeno a los americanos, principalmente a aquellos que provenían de los nuevos virreinatos sin una corte.

Lecturas guiadas

Belgrano (2001: 51) le escribió a su madre el 11 de agosto de 1790 desde España, le anoticiaba de su decisión de no graduarse como doctor porque prefería estudiar algo más útil que el derecho romano. En las mismas líneas también esperaba que su padre, hábil comerciante en el Río de la Plata, instruyera a su hermano Domingo en la Ciencia Económica, porque consideraba que la guía de los hombres sabios era más efectiva para leer un libro. Se evitaba así que se perdiera tiempo en la lectura escardando entre sandeces para obtener alguna substancia. Frente a su madre se presentó como un lector temeroso y de la misma manera imaginó a su hermano. La larga sombra paterna evitaba que confiara en su criterio, a pesar de contar con la autorización para la lectura de obras prohibidas indexadas por la Inquisición. Belgrano había solicitado al Papa Pío VI permiso para leer y retener libros prohibidos en la regla más amplia para la tranquilidad de su conciencia y aumento de la erudición. Frente a la necesidad de avalar su petición le recordó a su interlocutor que estudió la carrera de Letras, se dedicó al Derecho Civil, en el que obtuvo el grado de Bachiller, y a otras Facultades, siendo al presente Presidente de la Academia de Derecho Romano, Práctica Forense y Economía Política en la Real Universidad de Salamanca (Documentos para la historia del General don Manuel Belgrano, Tomo I, 1982: 82).

La respuesta que esperaba Belgrano para dedicarse a la lectura no se demoró. El 11 de julio de 1790 se le notificaba que el pontífice Pío VI le

[...] concedió bondadosamente al postulante la Licencia y Facultad pedida de leer y retener, durante su vida, todos y cualesquiera libros de autores condenados y aun de herejes, de cualquier manera que estuvieren prohibidos, custodiando, sin embargo, los dichos libros para que no pasen a manos de otros. Se exceptúan los de pronósticos astrológicos que contienen supersticiones y los que ex profeso, tratan de asuntos obscenos (Documentos para la historia del General don Manuel Belgrano, Tomo I, 1982: 83).

Mientras que su madre y hermano tenían que contar con la interpretación de los hombres sabios, que oficiaban como guía, con la que enfrentar una biblioteca, él lo hacía sin temores en solitario. Animaba a su madre, para que recurra al consejo de su esposo, y así dilucidar las aristas del libertinaje en la filosofía. Tal vez por eso le comentaba que se compró el Balcarce [sic], y al oráculo de los Filósofos, los que leeré; después que acabe con el Inmortal Montesquieu Espirit des Lois, que actualmente tengo entre manos (Belgrano, 2001: 51). Al mes de recibir la autorización, ya tenía entre sus manos a Montesquieu. Las obras de este autor, principalmente por una recopilación antológica, habían tenido problemas con la censura inquisitorial al menos desde 1777 (Defourneaux, 1973). Las referencias de sus lecturas indicarían que luego de enfrentar a Montesquieu leería al ilustrado valenciano José Antonio Valcarcel y el El oráculo de los nuevos philósofos, M. Voltayre, impugnado y descubierto en sus errores por sus mismas obras que en la edición de 1769 se menciona fue escrito por un francés anónimo, aunque posteriormente se atribuyó su autoría a Claudio María Guyon. La traducción estuvo a cargo de Fr. Pedro Rodríguez Morzo para la imprenta de Gabriel Ramírez. Al año siguiente, el segundo tomo ampliaba la información en la portada: El oráculo de los nuevos philósofos, M. Voltayre, impugnado y descubierto en sus errores por sus mismas obras Con la refutación del Emilio o libro de la Educación. Las distancias se acortaban entre las bibliotecas peninsulares y las porteñas. La edición de 1775, de la imprenta de Pedro Marín, llegó a Buenos Aires en la biblioteca del obispo Manuel de Azamor Ramírez, que fue una de las más importantes donaciones en la fundación de la Biblioteca Pública.

La Biblioteca Pública de Buenos Aires

El acta fundacional de la Biblioteca fue un artículo que se publicó el 13 de septiembre de 1810 en el periódico la Gazeta de Buenos Ayres, en el que se nombró a Mariano Moreno como protector del establecimiento con las facultades de presidirlo. Era ya un secreto a voces entre la élite letrada. Una semana antes que se anunciara la fundación de la Biblioteca, Luis José de Chorroarín, rector del colegio San Carlos, se había anoticiado de la novedad, y le escribió a Cornelio Saavedra para comunicarle, que además de su biblioteca, ponía a disposición los libros del colegio, siempre que fueran considerados útiles (Levene, 1938: 73). La generosidad y capacidad de gestión de Chorroarín fue valorada por la Junta que lo nombró el 30 de enero de 1811 director de la biblioteca, luego de la renuncia de sus antecesores, que estuvieron escasos meses.

Entre los argumentos para la creación de la Biblioteca, algunos se envolvieron en metáforas propias del neoclásico: las musas habían huido de la ciudad por las invasiones inglesas de 1806 y 1807. El colegio San Carlos se había transformado en un cuartel y era necesario que para el fomento de las letras se creara una casa de libros [por]que atrae a los literatos con una fuerza irresistible y les facilita a los amantes de las letras un recurso seguro para aumentar sus conocimientos (Gazeta, 13/09/1810). La apertura al público, bajo un estricto reglamento, se realizó el 16 de marzo de 1812. Las normas que rigieron la institución indicaban que el horario de atención sólo sería matutino, porque después de almorzar era perjudicial para la salud ocupar el sistema nervioso en leer y estudiar (Maggio Ramíez, 2013). Tampoco se permitía extraer ningún libro fuera del edificio, se debía guardar silencio y sosiego. Si por ventura llegaba algún jefe o magistrado se debía seguir con la lectura, sin ninguna necesidad de saludarlo con el debido respeto. La biblioteca, y el trabajo que en ella se realizaba, otorgaba una nueva ciudadanía entre pares de la comunidad letrada donde no era desacato ni signo de falta de urbanidad ni atención, no saludar al interior de sus paredes. Aunque esta sociabilidad letrada entre pares tenía sus límites, por ejemplo los criados y esclavos no podían acceder a la institución y debían esperar afuera a sus amos (Parada, 2009: 181-184; 2012).

Las donaciones

El canónigo dominico Luis José de Chorroarín, director de la institución hasta 1821, recibió donaciones por parte de la comunidad desde distintos lugares del virreinato del Río de la Plata. El texto fundacional aclaraba que ya tenían libros bastantes para dar principio á una obra, que crecerá en proporción del sucesivo engrandecimiento de este pueblo, también se apelaba a los buenos patriotas para que donen dinero para estantes y demás costos inevitables (Gazeta, 13/09/1810). Las donaciones monetarias se registraron en la Gazeta, así como de algunos libros, maderas para estantes, mesas, cajones, damajuana con tinta para escribir, entre otros objetos propios de un gabinete de curiosidades. Juan Larrea donó un libro en folio, forrado en tafilete doble, grabado en ambas caras con guarniciones de oro, para asentar en él los donativos en libros y en dinero, y por este medio conservar la grata memoria de los generosos bienhechores de tan útil y benéfico establecimiento, y ese mismo día, el 17 de enero de 1811 también se publicaba en la Gazeta que El Sr. Vocal D. Manuel Belgrano ofreció toda su librería para que se extragesen todos los libros que se considerase útiles, y se sacó de ella una porción considerable. Esta donación realizada en 1810 fue acrecentada al año siguiente. En la Gazeta del 8 de agosto de 1811 se anunció, entre todas las donaciones, que El Sr. Vocal coronel D. Manuel Belgrano á mas de los muchos libros que donó el año próximo pasado, ha donado diez obras, y ofrecido otras para después, asegurando que coadyuvará en quanto pueda á los aumentos de la biblioteca. El 24 de enero de 1812, en la Gazeta se publicaron los donativos a la biblioteca en noviembre y diciembre del año anterior donde se publica la última entrega de libros por parte de Belgrano con palabras que aún conmueven:

El Sr. coronel D. Manuel Belgrano despues de los quantiosos anteriores donativos anunciados, se ha despojado aun de los libros que habia reservado para su uso, poniendo á disposicion del director de la Biblioteca el último resto de su librería sin reserva, para que extraxese todos los libros de que careciese aquella; y asi se ha executado; reiterando al mismo tiempo la oferta de contribuir á los aumentos de este público establecimiento por todos los medios, que le sugieran el decidido interés é ilustrado zelo de su patriotismo, de que tiene dadas tan relevantes pruebas. (Donativos a la Biblioteca […], Gazeta de Buenos Aires, 1812)

Los tres anuncios que aparecieron en la Gazeta tuvieron su correlato en el libro de donaciones de la Biblioteca Pública. La donación fue de lo más heterogénea, desde las aventuras de Robinson Crusoe hasta la Metamorfosis de Ovidio. La generosidad de Belgrano en desprenderse de su biblioteca en favor de un bien mayor, era consecuente con sus memorias consulares donde apelaba al fomento del bien común. Sabía que su gesto tenía como meta la felicidad pública y fue ese su norte hasta su muerte. Belgrano tenía la certeza que su donación abriría nuevas lecturas para habilitar conversaciones en el marco de una nueva sociabilidad letrada bajo el cobijo de la Biblioteca Pública de Buenos Aires.

Los libros que Belgrano nos legó

Aquí se reproduce la transcripción del libro de donaciones de la Biblioteca Pública de Buenos Aires, por lo que se respeta la ortografía y abreviaturas del original. Los registros indican el autor, el título (no siempre completo y en los casos de pertenecer a una lengua extranjera, usualmente se lo traducía al castellano), el formato y el idioma. Sobre el tipo de encuadernación solo se indicaba cuando era de lujo, por ejemplo de tafilete rojo.1

La transcripción del libro de donaciones fue publicada en la Revista de la Biblioteca Nacional. Los libros que se donaron en 1810 se encuentran en el tomo XI, N° 31 de 1944, pp. 253-254, los que corresponden a 1811 se registraron en los tomos XI, N°33 de 1945, pp. 254-256; y XII, Nº 34 de 1945, p. 498. El detalle de los libros donados por Belgrano retoma las revistas, que fueron cotejadas con el manuscrito del libro de donaciones, también digitalizado y disponible en la web de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. Queda para futuras investigaciones realizar la atribución editorial de los títulos que no se encuentran en el catálogo de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, como una forma de reconstruir el patrimonio bibliográfico que contó la única institución fundada por la Primera Junta que todavía nos interpela en tiempo presente.

[Libros donados registrados en 1810]

El S.or D. Manuel Belgrano, Vocál de la Junta de Gobierno donó las obras siguientes, ofreciendo aumentar el Donativo para despues.

  • [1] Gemino. Compediosa totius anatomis delineatio. fol.
  • [2] Anacreonte. Convivalia en griego y latin. fol.
  • [3] Dumeril. Tratado elemental de historia natural. 8.vo en francés.
  • [4] Adet. Lecciones elementales de quimica para uso de los Licéos. 8.vo en francés.
  • [5] Diccionario de artes y oficios por Jaubert. 5 tomos 8.vo en francés.
  • [6] Elgueta y Vigil. Cartilla de la agricultura de moreras, y arte para la cria del gusano de seda. 4.to
  • [7] Barruel. Memorias que sirven de ilustracion ála historia del Jacobinismo traducidas del frances en inglés. 4 tom.s 8.vo m.or
  • [8] Romusio. De re agraria. fol.
  • [9] Santos. Obras en prosa y verso. 4 tom.s 4.to
  • [10] Beaumont. (Madama la Princesa de). El Mentór moderno. 12 tom.s en 6. vol. 8.vo en francés.
  • [11] Napoli Signorelli. Historia critica del teatro antiguo y moderno. 8.vo en Italiano.
  • [12] Sigaud de la Fond. Compendio historico y experimental de los fenomenos electricos. 8.vo m.or en francés.
  • [13] Lambert. Historia general civil, natural, politica, religiosa de todos los Pueblos del Mundo. 12 tomos 8.vo en francés.
  • [14] Vida y aventuras de Robinsón. 2 tomos 8vo en francés.
  • [15] Huxam. Ensayos sobre las fiebres. 8.vo en francés.
  • [16] Planes y estatutos de diferentes establecimientos dispuestos por S. M. Imperial Catalina 2.a escritos en lengua Rusa por Mr. Betzki, y traducidos en francés por Mr. Clerc. 2 tom.s 8.vo{f. 2}
  • [17] /Memorias de la corte de España. 2 tom.s en 1 vol. 12.vo en francés.
  • [18] Imbert. El juicio de Paris, Poema. 8.vo m.or en francés.
  • [19] Valmont. (El conde de). Los extravios de la razon: Cartas publicadas por &.a 5. tomos 8.vo en francés.
  • [20] Código civil de los Franceses. 12.vo en francés.
  • [21] Perez de Montoro. Obras postumas liricas, humanas. 2 tomos 4.to
  • [22] Ramirez de Albelda. Por Seneca sin contradecirse en dificultades politicas, resoluciones morales. 4.to
  • [23] Aragon. Arte cisoria, ó tratado del arte de cortar del cuchillo. 4.to
  • [24] Henrriquez. Historia de la Vida del primer Cesar. 4.to
  • [25] Porta. La verdadera fisonomia del hombre. 8.vo en Italiano
  • [26] Ledesma. Romancero y el Monstruo imaginado. 8.vo
  • [27] Discurso sobre el mejoramiento de los terrenos, traducido del francés en castella.o
  • [28] Saenz Diez. Manual de Joyeros. 8.vo
  • [29] Petrarca. De los remedios contra la adversa y prospera fortuna. fol.
  • [30] Platon. Opera Omnia, interprete Marsilio Ficino. fol.
  • [31] Plinio. Historiæ naturalis libri XXXVII. fol.
  • [32] Vitruvio. Los libros de arquitectura traducidos. fol. m.or
  • [33] Cruz. Defensa de los estatutos y noblezas españolas. fol.
  • [34] Guevara. Marco Aurelio con el relox de Principes. fol.
  • [35] El Templo de las Musas, adornado de laminas con explicaciones fol. m.or en francés.
  • [36] Frezier. Relacion del viage á la mar del sur por las costas de Chile y del Perú. 4.to m.or en francés.
  • [37] Carrillo. Anales cronologicos del Mundo. fol.

[Libros donados registrados en 1811]

El S.or Coronel Vocal de le Exma* Junta de Gobierno D.n Manuel Belgrano, en virtud dela oferta con que acompañó el donativo del año anterior, ha donado en dos ocasiones las obras siguientes

En la primera vez.

  • [38] Las Leyes delas siete Partidas con las glosas de Montalvo. 2 tom.s fol.
  • [39] Valenzuela. Consilia Juris. 2 tom.s fol.
  • [40] Savary. El perfecto negociante. 2 tom.s 4.to m.or en francés
  • [41] /Lechevalier. Viage de Troya. 3 tom.s 8.vo en francés. {f. 7 vta.}
  • [42] Colección de cartas, planos, vistas y medallas para servir al viage de Troya. 4.to mayor en francés
  • [43] Bertraud de Moleville. Anales de la rebolucion francesa, traducidos por Dallas 4 tom.s 8.vo m.or en Ingles.
  • [44] Guibert. Diario de un viage que hizo á Alemania. 2 tom.s 8.vo m.or en frances.
  • [45] Pouchet. Metrologia terrestre. 8.vo m.or en francés.
  • [46] Linneo. Systhema vegetabilium. 2 tom.s 8.vo
  • [47] Lavoisier. Tratado elemental de Quimica. 2 tom.s 8.vo m.or en frances.
  • En la segunda vez.
  • [48] Sylva Lisboa. Principios de derecho mercantil. fol.
  • [49] Pomár. Causas de la escaséz y deterioro de los caballos en España, y medio de mejorarlos. 4.to
  • [50] Vizcaynò Perez. Discursos politicos sobre los estragos que causan los Censos. 8.vo
  • [51] Mentelle. Curso completo de cosmografia, de geografia, de cronologia, y de historia antigua y moderna. 4 tom.s 8.vo m.or en francés.
  • [52] Bratuti. Anales de Egypto. 4.to
  • [53] Lopez de Ayala. Historia de Gibraltár. 4.to
  • [54] Cladera. Investigaciones historicas sobre los principales descubrimientos de los Españoles en el mar Occeano en el Siglo XV. 4.to
  • [55] Historia del General Moreau hasta la paz de Luneville, traducida del francés. 8.vo
  • [56] Historia de los Generales Desaix y Kleber. 8.vo en frances.
  • [57] Fonvielle. Situacion de la Francia y de la Gran Bretaña á fines del Siglo XVIII. 2 tom.s 8.vo m.or en francés.
  • [58] Censo Español executado en el año 1787. fol.
  • [59] Romancero é historia del Cid en lenguage antiguo. 8.vo
  • [60] Nipho. Correo general de España. 4 tom.s 4.to
  • [61] El Palacio del encanto. 8.vo en Inglés.
  • [62] Cartas de L. B. Lauraguais á Madama ::: 8.vo en francés.
  • [63] Cavanilles. Observaciones sobre el articulo España de la Nueva Encyclopedia. 8.vo m.or en francés.
  • [64] Vergani. Prosas italianas sobre varios asuntos. 8.vo
  • [65] Torre y Ocon. Nuevo metodo para aprender á escribir, entender, y pronunciar el Español y francés. 4.to {f. 8}
  • [66] /Henriquez Gomez. El siglo pitagorico, y vida de D.n Gregorio Guadaña. 4.to
  • [67] Lopez de la Huerta. Posibilidad de fixar la significacion de los Sinonimos castellanos. 8.vo
  • [68] Crevier. Retorica francesa. 2 tom.s 8.vo en frances.
  • [69] Las Gracias. Coleccion de piezas escogidas sobre este asunto. 8.vo m.or en francés.
  • [70] Mirabeau. Las elegias de Tibulo traducidas en francés. 2 tom.s 8.vo m.or
  • [71] Los Metamorphoseos de Ovidio en Castellano. 8.vo
  • [72] Burguillos. Rimas divinas y humanas. 4.to
  • [73] Flandes. El antiguo academico contra el moderno Seeptico. 2 tom.s 4.to
  • [74] Cabrera. Juicio de artes y ciencias. 8.vo
  • [75] Le Roux. Disertacion acerca de la rabia espontanea, traducida del francés por Piñera y Siles. 4.to
  • [76] Diccionario botanico y farmaceutico. 8.vo en francés.
  • [77] Guyot. Nuevas recreaciones fisicas y matematicas. 3 tom.s 8.vo en francés.
  • [78] Carlier. Tratado de las bestias de lana. 2 tom.s 4.to m.or en francès
  • [79] Schabol. Practica de jardineria. 2 tom.s 12.vo en francès.
  • [80] Deza. Gobierno politico de agricultura. 4.to
  • [81] Du-Hamel de Monceau. Tratado del cultivo de las tierras traducido en castellano. 4.to
  • [82] Pequeña casa rustica, ò curso teorico, y practico de agricultura, de economia rural, y domestica. 2 tom.s 8.vo m.or en francès.
  • [83] Seixo. Lecciones practicas de agricultura. 4 tom.s 4.to
  • [84] Semanario de agricultura. 11 tom.s 4.to
  • [85] Dumont Courset. El botanico cultivador. 4 tom.s 8.vo m.or en frances.
  • [86] Gonzalez de Orueña. Delineacion de lo tocante al conocimiento del punto de longitud del globo terraqueo. 4.to
  • [87] Los Tomos 7.° 8.° y 9.°: parte 2.a de la Matematica de Bails para completar la obra de la Biblioteca.

Notas

  • 1 Los formatos de los libros se indicaban por la cantidad de dobleces del pliego del papel hecho a mano cuya medida corriente era de 32 x 44 cm. El formato folio, que se abrevia con su inicial, implicaba un doblez por lo que se obtenían 4 páginas sobre el pliego y su medida promedio era de 22 x 32 cm. El cuarto permitía obtener con dos dobleces 8 páginas de 16 x 22 cm, y el octavo eran 3 dobleces para contar con 16 páginas de 11 x 16 cm. Ante la falta de normalización también había formatos mayor y menor. Por esa razón, es que la abreviatura m.or podría indicar tanto mayor como menor, duda que sólo se puede saldar al contrastar con el ejemplar en mano (Martínez de Sousa, 2004).

Referencias bibliográficas

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  • Documentos para la historia del general don Manuel Belgrano. Buenos Aires: Instituto Nacional Belgraniano: EDICON, Fondo Editorial Consejo: Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 1982. Recuperado a partir de http://manuelbelgrano.gov.ar/wp-content/uploads/2013/12/Documentos-para-la-Historia-del-General-Don-Manuel-Belgrano-Tomo-1.pdf[Consultado en junio del 2020]
  • Donativos á la Biblioteca en noviembre y diciembre del año pasado. Gazeta de Buenos Ayres, 24 de enero de 1812. Recuperado a partir de https://catalogo.bn.gov.ar/F/?func=direct&doc_number=000050695&local_base=GENER [Consultado en junio del 2020]
  • Educación. Gazeta de Buenos Ayres, 13 de septiembre de 1810. Recuperado a partir de https://catalogo.bn.gov.ar/F/?func=direct&doc_number=000050695&local_base=GENER [Consultado en junio del 2020]
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  • Levene, Ricardo. El fundador de la Biblioteca Pública de Buenos Aires. Buenos Aires, Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, 1938.
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  • Parada, Alejandro E. El dédalo y su ovillo. Ensayos sobre la palpitante cultura impresa en la Argentina. Buenos Aires, Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, 2012. [Disponible también en soporte digital en http://publicaciones.filo.uba.ar/sites/publicaciones.filo.uba.ar/files/Parada%20-%20De%CC%81dalo%20y%20ovillo.pdf ]
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