Rodolfo Carrizo. Presidente del Centro de Ex combatientes Islas Malvinas (CECIM - La Plata)
RESUMEN
El texto surge de la experiencia de excombatientes de la Guerra de Malvinas, nucleados en el CECIM La Plata. Como soldados conscriptos del conflicto bélico de 1982, abrumados por el peso de la posguerra y por el dolor de las ausencias, ellos construyen colectivamente un camino de revisión y memoria en relación con las imposiciones de la dictadura militar. En esa construcción se reserva un lugar para apreciar la magnitud territorial y marítima de la Argentina bicontinental: espacio amplio, multidimensional y diverso, pleno de riquezas naturales. De ahí que resulte necesario repensar ese espacio como fuente de oportunidades para el desarrollo sustentable, protegerlo para que perdure en el tiempo y favorezca la vida de todos los habitantes de nuestro país. Se trata entonces de conocer para defender. En ello se inscribe la necesidad de promover un cambio profundo en los debates acerca de la cuestión Malvinas, que enlacen las demandas históricas y el cuestionamiento al modelo colonial e imperialista.
Palabras clave: Guerra de Malvinas, Veteranos, CECIM, Dictadura, Argentina bicontinental.
En la historia de las sociedades, en su conformación y natural desarrollo compuesto por diversos acontecimientos sociales, históricos, políticos, geopolíticos, culturales, militares y bélicos, que nos interpelan para generar los más variados interrogantes que interactúan entre sí a modo de buscar sus propia génesis y los efectos que producen en la vida de cada uno de los habitantes de una nación, Malvinas ocupa un lugar emblemático y por demás destacado, que inspira múltiples campos de investigación sin excepción alguna.
Malvinas, entendida como cuestión, no está exenta de todas aquellas interpretaciones que nos convocan a pensarla en su real complejidad, en su impacto desde los tiempos históricos hasta el presente, en el vínculo estrecho entre el espacio y el poder, que ponen en tensión una relación de dominancia entre los países conocidos como centrales, hegemónicos, poderosos económicamente y con fuerte desarrollo tecnológico, y aquellos que padecieron los efectos de ese modelo colonial y sus variantes neocoloniales, para ubicarnos en el escaparate del mundo globalizado entre los dominados, sometidos y ciertamente atrasados.
La cuestión Malvinas, en su amplio campo de interpelación social- político, nos introduce a la profundidad de su sentido, al viaje interior de sus venas, a sus desafiantes laberintos, si fuera posible alguna emulación con el cuerpo humano. Eduardo Galeano, en el magistral libro Las venas abiertas de América Latina, nos retrató con profunda belleza literaria 500 años de historia. Y ahí estaban nuestras islas emergidas de la misma formación geológica de la cordillera de los Andes.
Dejamos sentado que este texto, para su cabal comprensión, proviene de quienes participamos como soldados conscriptos del conflicto bélico de 1982 abrumados por el peso de la posguerra, por el dolor de las ausencias, y por los avatares de una adolescencia que se frustró sin explicación alguna. Debimos a la par parirnos a la historia: ser los gestores de nuestras propias contenciones, de formación de los centros de excombatientes como un ámbito de contención con una carga emocional indisimulable, a la vez introducirnos en un campo de revisión y memoria permanente de las imposiciones que ejerció el entonces Proceso de Reorganización Nacional, conocido como la “Dictadura Militar del 76”, entre otros tantos términos con los que se llamó Malvinas fue la etapa final de un periodo dictatorial donde las Fuerzas Armadas Argentinas ejercieron el más oprobioso y oscuro manejo del poder de la Nación, tiempos de terrorismo de Estado, desaparición de personas, endeudamiento externo, privación de libertades públicas, desempleo, destrucción de la producción nacional, secuestros de personas y bebés que, entre tantos dolores, condicionaron la vida de cada argentina y argentino. Es inseparable la relación entre el proceso militar y la Guerra de Malvinas, relación que hace a la complejidad del conflicto, a sus diversas interpretaciones, y relatos testimoniales. Pero si hay un punto de referencia que nos da certeza de una primera reflexión fue entender que no hubo dos dictaduras, una mala hasta el 1 de abril de 1982, y otra buena, patriótica, anticolonialista, “sanmartiniana” que empezó el 2 de abril del mismo año. Fue una continuidad, fue la misma dictadura por la que se generó el intento de recuperar las islas por vía armada el 2 de abril de 1982. La misma dictadura despojada de cualquier plan de inteligencia sorprendió a todo el pueblo argentino con su decisión y acción militar que, con el tiempo, se verificó no solamente como una tentativa de preservar su indeclinable desprestigio popular, sino que además, nos alejó de un proyecto serio de recuperar las islas usurpadas en los dos últimos siglos.
El 14 junio de 1982 marcaría el agotamiento definitivo del autoritarismo militar. El fin de la guerra dio a luz al surgimiento de un camino en la búsqueda de un sistema democrático que recuperó los más elementales derechos y libertades públicas. El devenir de los días de posguerra serían tiempos intensos, de gritos y llantos contenidos, de una búsqueda necesaria de volver a las calles y plazas, de encontrar formas de organizarse y del resurgir de los jóvenes en la vida política en sus estructuras naturales, los partidos políticos. Tiempos donde las diversas expresiones populares en su más amplio sentido (sindicatos, gremios, organizaciones sociales, estudiantiles, barriales) confluyen en la necesidad de transformar la historia que dio lugar al más emblemático pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia en el juicio a la Junta Militar y el Nunca Más. En ese tiempo, también aparecen los excombatientes de Malvinas como una verdadera novedad en un siglo donde no habían existido las guerras.
Una circunstancia necesaria de señalar es el nacimiento del CECIM como primer centro de exsoldados conscriptos que marcaría un rumbo de referencia para entender la magnitud del conflicto, cuestionando especialmente la intención del poder que intentaba imponer el silencio y que de Malvinas no se hablara. Las Fuerzas Armadas intentaron evitar cualquier condena social y pública que señalara el comportamiento de los militares de profesión que fueron a la guerra. Los exsoldados solo teníamos la fuerza de nuestros testimonios, de haber vivenciado las conductas de muchos militares de profesión. En todo caso, debían ser las Fuerzas Armadas las que debían explicar las razones de la derrota, y dar cuenta de sus responsabilidades.
La mayoría de los combatientes eran soldados civiles que cumplían con el servicio militar obligatorio y nunca mancharon el uniforme con la sangre de los propios soldados argentinos. Podemos dar fe gracias a denuncias públicas que las Fuerzas Armadas pergeñaron una tecnología de la impunidad. Esta referencia fue la guía por las cual, los centros de exsoldados agrupados en la coordinadora nacional de centros de excombatientes decidieron que se incluiría entre sus miembros solamente a exsoldados que cumplían el servicio militar y obligatorio, como una condición de principio debatida y consensuada en el colectivo de exsoldados. Así se redactó en sus estatutos para determinarlo como un principio que sigue estando vigente: podrían ser socios exsoldados conscriptos y civiles que participaron del conflicto bélico y no se aceptarían militares, ni aun de más bajo rango, mucho menos quienes fueran cuadros superiores.
Desde nuestro regreso en junio del 82 y con nuestras propias miradas, Malvinas fue nuestra escuela de aprendizaje y de vida. Entendimos a Malvinas como el puente permanente entre el pasado y el presente, donde el punto de partida en el campo de la investigación, el recuerdo, la memoria y el razonamiento nunca será uno solo. La multiplicidad de acontecimientos que involucran la complejidad del conflicto solo se puede verificar en una larga y zigzagueante línea de tiempo que data de más de tres siglos, donde aún siguen pendientes explicaciones y no se vislumbra el fin como conflicto.
Los efectos de su complejidad, nos obligan a no subestimar su impacto en lo territorial, marítimo y espacial. La necesidad de conocer, interpretar, debatir y entender la mayor cantidad de variables que interactúan va a la par de construir los más fundados y mejores argumentos en el más amplio de los sentidos y efectos. Se trata de un conflicto multidimensional con impacto global.
El conflicto armado de 1982, entre sus contradicciones visibles, emanadas por la conducción militar del General Leopoldo Galtieri —presidente de facto y quien se autodefinía como el General más anticomunista de América Latina—, era parte de un plan organizado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, en el cual los Estados Unidos entendían a América Latina como su “patio trasero” según la doctrina Monroe. Curiosamente la mayoría de los gobiernos de la región eran el resultado de los golpes militares. De ahí que solo con el apoyo de los socios del poder militar la dictadura promovió una guerra contra quienes reconocía como sus amigos y aliados estratégicos: el Reino Unido, los Estados Unidos y la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte). Estas revelaciones públicas que evidenciaban el servilismo de los militares argentinos, serían una de las tantas muestras para imaginar el destino final de la guerra que, como es bien sabido y comprobable, nos alejó de la recuperación de Malvinas y enlutó al pueblo argentino con más de 639 muertos.
La violación de los derechos humanos en el frente de batalla, torturando, estaqueando y también asesinando a sus propios soldados, es una afirmación veraz que surge de los testimonios de los sobrevivientes en la mega causa fijada en el Juzgado Federal de Río Grande de la provincia de Tierra del Fuego con el número 1777/07. Son también evidencias que aun niegan el acceso a la justicia de las víctimas.
Malvinas reveló las atrocidades de las Fuerzas Armadas argentinas. Muchas de las mismas eran ignoradas, desconocidas por gran parte de la población, a la que deliberadamente se le escondió la información, acompañadas por el silencio cómplice de ciertos grupos de medios de comunicación. Además, se favorecieron las condiciones para una mayor y más violenta injerencia de las potencias colonialistas e imperialistas en las islas y sus zonas aledañas, ya que Malvinas dejaría de ser un conflicto por 11.400 km² para pasar a ser más de 1.7 millones de km² entendiendo el mar, como parte del territorio.
Otra conclusión que revela el Informe Rattenbach es que la dictadura militar, por su proceder e impericia militar, careció de un plan de inteligencia y operacional propio. Doctrinariamente las Fuerzas Armadas imbuidas en las concepciones de seguridad nacional, terminaron siendo los principales y verdaderos responsables de la derrota militar. La guerra también conformó un escenario geopolítico de diferente magnitud y proporciones.
ARGENTINA BICONTINENTAL
Nuestro país estableció, por Ley nacional n° 26.651 en 2010, que su verdadero mapa es bicontinental. Esta decisión valiente, soberana, incluye en su magnitud los límites continentales y marítimos de nuestra nación incluido el sector antártico. La cartografía nos permite tener una real dimensión de nuestro territorio, su extensión, su mar oceánico y la Antártida, poniendo un destacado énfasis en las riquezas de los bienes naturales y estratégicos que allí se encuentran.
Son tres los pasajes naturales de comunicación bioceánicos (Drake, Estrechos de Magallanes, Canal de Beagle) que ponderan el valor estratégico y geo-posicional de nuestras islas, que rompe con aquellos viejos mitos que hacían de la provincia de Córdoba como la provincia mediterránea. Es la provincia de Tierra del Fuego la que adopta esta referencia y nuestras Islas Malvinas quedan comprendidas en esta provincia que, por su ubicación geográfica, es el punto medio de nuestro país, considerando los límites geográficos entre el Polo Sur Antártida (S), la Quiaca en la provincia de Jujuy (N), el punto Este (E) más extremo de las Islas Sandwich del Sur hasta la cordillera de Los Andes (O) (Figura 1).
Figura 1. Mapa bicontinental.
Las referencias señaladas nos obligan como pueblo a asumir la magnitud territorial y marítima de nuestra bicontinentalidad, a repensar lo que representa este amplio, multidimensional y diverso espacio de riquezas reales y potenciales. Son riquezas provenientes de la naturaleza materializadas en bienes (energéticos, polimetálicos, hidrocarburíferos, mineralógicos, de agua dulce, ictícolas, sumado a una amplísima biodiversidad). Esta realidad nos induce a repensar, a observarlos y entenderlos como una fuente de oportunidades para nuestro desarrollo sustentable como nación, a protegerlos para que perduren en el tiempo y favorezcan la vida de todos los habitantes de nuestro país, incluyendo a toda la región latinoamericana. Se trata entonces de conocerlos para defenderlos.
La magnitud de las potencialidades nos obliga a observar con profunda preocupación la actitud y el comportamiento de las ambiciones y apetencias de las potencias extra-continentales que sostienen la usurpación sin respetar las decisiones de Naciones Unidas. Conocen en profundidad la importancia y el valor de los bienes naturales, e invierten económica y financieramente a través de diferentes formas de injerencia que hacen a la presencia colonial del Reino Unido desde hace más de 189 años.
Frente a esta realidad, es transgeneracional la comprensión y la necesidad del debate que consolide un sentido para fortalecer los argumentos que justifiquen los derechos argentinos sobre todo nuestro territorio (tierra- agua). Nuestra Constitución establece en su cláusula transitoria primera: “La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgia del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional”.
Malvinas, en consecuencia, queda comprendida en un entramado geopolítico donde su resolución como conflicto dependerá de la elaboración de una estrategia de política de Estado permanente que preserve los reclamos y derechos argentinos, y que construya las fortalezas necesarias para ejercer la soberanía plena de su territorio.
El Reino Unido, intencionalmente —lo hemos señalado—, contraviene las resoluciones de Naciones Unidas como la n° 2.065 que insta a ambas partes a discutir la cuestión principal de soberanía como asunto de fondo. Esta constante negación británica basada en la prepotencia del poder sustentado en la capacidad de veto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, sumado a su condición de ser un país central con capacidad y despliegue militar, con capacidad nuclear, explican la usurpación ilegal y la necesidad de consolidar su presencia independientemente de la legitimidad de los derechos que establecen las Naciones Unidas para la convivencia de los pueblos.
Es el Reino Unido el que promueve múltiples ejercicios militares en la zona bajo el amparo y apoyo en el asentamiento de la base militar de Monte Agradable (Mount Pleasant y Mar Habur). Desde 1982 se ha convertido en la base militar más opulenta de los territorios de ultramar del Reino Unido y la OTAN en todo el Atlántico Sur, con un poderoso despliegue operacional de tropa, poniendo en tensión la seguridad nacional y de toda la región.
Figura 2. Base militar de Monte Agradable, Islas Malvinas (Mount Pleasant).
Malvinas nos llena de enseñanzas y alertas despojándonos de las intrigas hipotéticas por las cuales los estrategas de la OTAN y el Reino Unido, en complicidad con los agentes vernáculos de la comunicación y la política, tienden a menospreciar el verdadero valor de su importancia territorial y estratégica. Nos obliga necesariamente a pensar y pensarnos como nación, a pensarnos con capacidad de decisión, aunque esto por ahora solo sea una ambición, un objetivo.
Es necesario promover la importancia de un cambio profundo en los debates acerca de la cuestión Malvinas.
Poner en consideración una mirada de la cuestión Malvinas en términos de análisis crítico, de manera que podamos visualizar diversas referencias distintivas del conflicto, donde la importancia de las demandas históricas para ser una nación plena de soberanía territorial conserve siempre su vitalidad en la política del Estado-nación.
Considerar todas las subjetividades que desarrollen un pensamiento que cuestione el modelo hegemónico dominante colonial e imperialista.
Estimular el conocimiento, estudio y debate en los diversos niveles del sistema educativo estatal.
Recuperar el valor y sentido de los bienes naturales estratégicos, las empresas que hacen a su desarrollo fomentando el valor agregado económico para su producción, entendiendo que son recursos que incrementan el patrimonio nacional.
Argentina aún sigue pensándose con una visión fundada en paradigmas tradicionales, anclada en una economía agroexportadora, agroganadera. Esta concepción de entender el territorio es la dominante, pero a la vez, carente de otras miradas que incluyan la marítima, oceánica y sirva para ser considerada como una opción de múltiples oportunidades para el desarrollo soberano. Manuel Belgrano, en los albores de la patria, sostenía que la Argentina tenía un destino marítimo, proceso que aún sigue estando pendiente, pero persiste su plena vigencia. Es imprescindible asumir que somos un país donde dos tercios del territorio son de agua y, como hemos señalado en párrafos anteriores, que somos un país bicontinental en donde el círculo geo-estratégico, geo-económico y geopolítico nos señalan una perspectiva de oportunidades para un promisorio crecimiento sustentable, y prosperidad efectiva.
A modo de conclusión, los excombatientes de Malvinas nucleados en el CECIM no decidimos refugiarnos en nuestro dolor o nuestra autorreferencialidad, en los relatos personales, en nuestras propias vivencias, que sin despreciar su legitimidad testimonial plena y veraz, no dejan de ser parciales, acotados a una experiencia trágica en un largo tiempo histórico. Por el contrario, sí decidimos, en acuerdos comunes y colectivos, construir un camino con múltiples actores sociales, organizaciones gremiales, políticas, estudiantiles, organismos no gubernamentales, de derechos humanos, entre otras, promover la necesidad de comprender que es imperativo torcer el destino de país dependiente, que las bondades de disponer de un amplísimo territorio, de ser y sentirnos país ribereño, oceánico, nos debe abrazar y recuperar los anhelos de Belgrano. Se trata de modificar la cultura euro-céntrica que nos propone a lo sumo ser una colonia próspera. Los nuevos desafíos que nos impone la época, de alguna manera u otra, nos obligan a todos, porque el destino con oportunidades debe ser común para el conjunto de los argentinos. La dinámica de la cuestión Malvinas impone la construcción de nuevos paradigmas de integración regional, consolidar el anhelo de los grandes patriotas latinoamericanos y el sueño de que sea posible la Patria Grande.