Rosa E. Belvedresi. Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales - Universidad Nacional de La Plata-CONICET
RESUMEN
En este trabajo nos proponemos indagar cómo se articula la conmemoración colectiva de la Guerra de Malvinas alrededor de las figuras de los caídos y veteranos. Para ello, analizamos las connotaciones que el conflicto bélico ha ido ganando a partir de la reinstauración de la democracia y su ubicación en el marco del desprestigio que sufrieron las Fuerzas Armadas tanto por la derrota en la guerra como también por las violaciones a los derechos humanos que cometieron bajo el último gobierno militar. Queremos mostrar que las figuras de los caídos y los veteranos conforman un símbolo alrededor del cual se aspira lograr una conmemoración compartida e indiscutida.
Palabras clave: Memoria colectiva, Guerra de Malvinas, Veteranos, Caídos, Dictadura.
Es posible que el nombre “Malvinas” movilice sentimientos diversos en las personas que pertenecen a distintas generaciones. Entre quienes, por cuestiones biográficas, hemos sido testigos directos de la Guerra de Malvinas, la apelación a las islas excede con creces la referencia a un espacio geográficamente determinado. No se trata de visualizar dónde se encuentran en el mapa, determinar su distancia del continente o identificar la latitud y longitud que establecen su ubicación precisa. “Malvinas” nombra un hecho bélico que atraviesa vidas y, también, un dolor en nuestros recuerdos.
Su referencia concita tanto apelaciones a la soberanía territorial como a la memoria colectiva. La apropiación ilegítima de las islas por la corona británica en 1833 ha marcado, como probablemente ningún otro hecho, una acción del Estado en el reclamo por soberanía que se ha sostenido en el tiempo. Además, el frustrado intento de recuperación por la Junta Militar en 1982, con la consiguiente derrota, conforma un nudo en la memoria de nuestro pasado reciente. Para pensar hoy Malvinas es inevitable ponerla en relación con la vida de nuestra sociedad y con las formas en que ella todavía lucha por construir una conmemoración colectiva de los hechos dolorosos ocurridos bajo el gobierno de la última dictadura militar.
¿CÓMO RECORDAR MALVINAS? 1
En 1983 el gobierno militar impuso el 2 de abril, día del inicio del conflicto armado, como feriado (trasladable si se superponía con una festividad religiosa), bajo el nombre de “Día de las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur (Ley nº 22.769). En 1984 el presidente Raúl Alfonsín dictó el Decreto nº 901 que trasladaba ese feriado al 10 de junio. La fecha recordaba el asentamiento de Luis Vernet en 1829 como representante legítimo de nuestro país en esa región al tomar posesión de la Comandancia Política y Militar de las Islas Malvinas. El cambio de fecha fue acompañado también por un cambio de denominación, ahora sería el “Día de la afirmación de los derechos argentinos sobre las Malvinas, Islas y Sector Antártico”. En el año 2000 el gobierno de Fernando de la Rúa volvió a fijar como feriado nacional, pero ya inamovible, el 2 de abril, bajo el título “Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas” (Ley n° 25.370). Así figura en nuestros calendarios hasta hoy.
La sucesión de cambios de fechas y nombres de esos feriados da señales interesantes de los movimientos que atravesaron a la memoria estatal en los momentos que se corresponden con la etapa final del gobierno militar y los gobiernos democráticos que le sucedieron. Entre 1983 y 2000, la rememoración que se expresaba en un feriado en el calendario fue cambiando de referente. En el primer momento, se apuntó a una denominación geográfica sin mayores connotaciones históricas, salvo que el día estaba asociado a la fecha de inicio de la guerra. Luego, el gobierno de Alfonsín, en la intención de desmilitarizar el recordatorio, pero sosteniendo el reclamo soberano que antecedía al conflicto bélico, decidió poner el foco en la afirmación de los derechos argentinos sobre el archipiélago. Finalmente, desde el año 2000, la referencia a los veteranos y caídos en la guerra concentra todo el contenido semántico y es la modalidad bajo la cual nos ha llegado hasta hoy. En efecto, la recordación de Malvinas cada 2 de abril es inseparable de la reivindicación del compromiso, el sacrificio y la muerte de aquellos que participaron de la guerra. Guerra en la que fuimos derrotados. Ese cambio de foco durante la democracia, desde la reivindicación de soberanía hasta la mención de los protagonistas (y víctimas primarias) de la guerra, da cuenta de cómo el Estado ha intentado construir un recuerdo que aspira sea compartido por la totalidad de los ciudadanos.
De esta manera, se eliminan algunos aspectos difíciles de procesar para la sociedad. Al referir de manera exclusiva a los veteranos y muertos en combate, se elimina del recuerdo la vinculación que la decisión de iniciar el conflicto bélico tuvo con el último gobierno militar. Ese movimiento, además, tiene la virtud de “limpiar” el recuerdo de la guerra del apoyo popular que concitó y, de este modo, centrarse en el homenaje a quienes se sacrificaron por el país (poniendo entre paréntesis la legitimidad de la decisión de un gobierno de facto de llevar al país a una contienda militar internacional).
A 40 años del fin del conflicto armado, podemos decir que la memoria colectiva se ha edificado alrededor de la conmemoración de la guerra, llegando incluso a teñir el reclamo por la soberanía, reclamo que hoy está inseparablemente unido al reconocimiento a los muertos y sobrevivientes del combate. Reclamar por la soberanía sobre las islas es visto como un homenaje a ese sacrificio y su renuncia aparece como una traición a la memoria y el compromiso de quienes lucharon por la patria.
Mientras en nuestro país la conmemoración se centra en el 2 de abril, día del desembarco argentino, en el Reino Unido se realiza el 14 de junio, día de nuestra rendición. En ambos casos, la fecha elegida permite rescatar el aspecto patriótico que implica luchar por la unidad y la soberanía del territorio. Es una manera en la que se oculta la dimensión dramática que toda guerra tiene: los conflictos bélicos siempre provocan muertos y dejan sobrevivientes que llevarán en su cuerpo las huellas de la batalla por el resto de sus vidas. Pero hay otra dimensión dramática en toda guerra: siempre hay quienes son derrotados, como en este caso lo fuimos nosotros. El Reino Unido celebra una victoria con la que entiende que concluyó la disputa por la soberanía.2 Nosotros, en cambio, debemos procesar la derrota y evitar que ella suponga, también, la pérdida definitiva de la validez de nuestro reclamo. Se trata de transformar la derrota en una ocasión para la reflexión sincera sobre el pasado y comprender por qué las cosas ocurrieron del modo en que lo hicieron (Koselleck, 2001, p. 83). Toda guerra supone también heridas entre los países que participaron, que generan rispideces y desconfianzas difíciles de superar y evaluaciones disímiles acerca de los papeles que protagonizaron y de las acciones que desarrollaron.3
Como sociedad, hemos decidido sostener el recuerdo de Malvinas asociado a la lucha de nuestros compatriotas y, sabiamente, hemos elegido el aspecto de la guerra que nos permite tener una actitud unida de respeto. Los veteranos y muertos en la guerra no contaban con la capacidad técnica ni con los desarrollos bélicos que hubiesen permitido una victoria frente a una potencia como la británica. Sin embargo, aceptaron con valor la misión que se les imponía, en la búsqueda de cumplir un viejo sueño, el retorno de la “hermanita perdida”. Ya sabemos hoy que, además de la disparidad de fuerzas, la recuperación de Malvinas fue una operación mal planeada y peor ejecutada, decidida más para dar un poco de oxígeno a un gobierno moribundo que para concretar el anhelo de unidad territorial amenazada por un enclave colonial. Con hombres sin la preparación adecuada, faltos de vestimentas e insumos indispensables para una contienda en un clima tan hostil, próximo a la llegada del invierno y en un territorio alejado del continente, las posibilidades tácticas de obtener un triunfo eran muy bajas.4 Nuestros militares de carrera carecían de la formación que requería una operación de esta naturaleza, durante décadas su ocupación central fue realizar supuestas tareas de inteligencia en contra del “enemigo interno”, reprimir a los sectores populares y participar activamente en política como mano ejecutora de golpes de Estado que interrumpían gobiernos democráticamente elegidos, con la anuencia de los sectores económicos y las instituciones que, como la Iglesia, se veían favorecidos por ese accionar. El servicio militar obligatorio que estaba vigente en esa época tampoco proveía con la instrucción necesaria para la hipótesis de una futura guerra. En dichos de un conscripto en servicio en 1982:
La práctica militar consistía en lo que se denominaba “combate en localidades”, centrada en el allanamiento de edificios. Para atrapar al enemigo, que era un civil, se nos decía que había que disponer personal en la terraza, en la entrada y en las escaleras de cada piso. Finalmente, una vez ubicada la vivienda sospechosa, la orden era que se debía violentar la puerta. Esa práctica se realizaba en algún edificio del Regimiento, no lo hacíamos en un edificio de verdad (comunicación personal).
Los propios militares profesionales que debían luchar en las islas también eran miembros de las Fuerzas Armadas responsables de una represión brutal e ilegal que se desató sobre la población a partir del inicio del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional. Y si, antes de la Guerra de Malvinas, una parte del país podía hacer “oídos sordos” a lo que estaba sucediendo, detrás de la excusa inmoral del “por algo será” y de la supuesta tranquilidad que habría significado el derrocamiento del gobierno de Isabel Perón, luego de la derrota el apoyo a la Junta Militar resultó difícil de sostener.
La concentración afectiva y semántica que involucra la figura de los caídos y veteranos de guerra nos permite, como sociedad, el ejercicio de un recuerdo sincero y compartido, alejado de las disputas políticas por el modelo de país con el que cada sector pueda estar comprometido. El 2 de abril se nos presenta como un día de luto, de respeto y de admiración a los muertos y a quienes han sobrevivido, pues han luchado por la patria (incluso en las condiciones de improvisación que agravaron el horror de la situación bélica a la que se enfrentaron). Por parte de la sociedad civil, o sea, aquella que está fuera de las estructuras militares que tomaron participación activa en el desarrollo del conflicto armado, los caídos y veteranos sobrevivientes son vistos alternativamente como “víctimas” y como “héroes”. Mientras la primera característica los ubica en el mismo universo en el que se posiciona el resto de la población al haber sido igualmente sometidos a las condiciones de un gobierno ilegítimo y autoritario, la segunda caracterización los pone en una línea de continuidad con aquellos que han luchado por la soberanía poniendo en juego su propia vida.
A QUELLOS “CHICOS”, NUESTROS HÉROES
La canción de Ciro y Los Persas “Héroes de Malvinas” (2012) tiene unos primeros versos demoledores: “puede más la indiferencia de tu gente que la bala más voraz del enemigo”. Esas palabras sintetizan la marca que la Guerra de Malvinas dejó en nuestra sociedad la que, luego del apoyo que expresó a la acción militar emprendida por un gobierno gravemente comprometido con la violación a los derechos humanos, buscó olvidar la frustración que dejó la derrota en manos del Reino Unido y, peor aún, ocultó su compromiso silencioso con la dictadura militar. La denominada “desmalvinización”, que intentó ocultar a la población el rostro humano y la contundencia de la derrota en la guerra, se asoció también a una desvalorización de la condición heroica con la que anteriormente se había revestido la recuperación del archipiélago. Se trataba ahora de una “aventura”, decidida por un dictador borracho y acatada por trasnochados que buscaban mantenerse en el poder.5 Malvinas se transformó, así, en otro capítulo vergonzante de la última dictadura militar. Una mancha venenosa de la que había que huir y mirar hacia el futuro, incluso si eso involucraba abandonar aquellos territorios históricamente reclamados.6
Cerca de la finalización del conflicto bélico, otro tema musical se convirtió, de manera indirecta, en una forma compleja y crítica de recordar la guerra de Malvinas. El tema “Aquellos soldaditos de plomo” de Víctor Heredia editado en 1983 en el álbum homónimo, describía la frustración y el dolor de quienes habían creído que el honor y el valor definían a la labor militar: “yo me creía, cómo creía en el honor del paso del batallón dentro de mi habitación”. La iconografía evocada remitía al pasado escolar del público de entonces, enmarcada en los retratos de San Martín luchando contra el ejército realista o sobre un caballo blanco cruzando los Andes, como lo reflejaban las tapas de las revistas infantiles de los años setenta y ochenta: “los gloriosos soldados que, sable en mano, avanzaban sobre aquel cruel invasor que atacaba mi nación”. De esa ilusión de gloria no quedaba más que desazón. Ya no se podía ocultar que la estructura militar se había puesto al servicio de la represión ilegal, la desaparición de personas y la apropiación de bebés nacidos en cautiverio; todas acciones reñidas con la moral y la solidaridad que deben regir el contrato social. Y en el juego de la guerra, los militares de carrera tampoco habían hecho exhibición de profesionalismo ni compromiso patriótico. Como dice Heredia: “de las banderas, sólo jirones; de los morriones empenachados, sólo un recuerdo desmadejado de dolor... ¿qué nos pasó, cómo ha pasado? ¿Qué traidor nos ha robado la ilusión del corazón?”.
En el inicio de la transición democrática, en pleno proceso de revisión del pasado represivo del cual la sociedad fue testigo pasivo (salvo contadas y valientes excepciones), la figura militar resultaba difícil de rescatar. La sociedad prefería pensarse como una víctima de la violencia estatal que había dejado al descubierto el informe Nunca Más y el Juicio a las Juntas. Sin embargo, la canción vuelve sobre una imagen militar, la de los juegos infantiles de la guerra, la de los héroes retratados en innumerables ocasiones en los manuales escolares, la que evoca al “Padre de la Patria”, aquel que nos legó un ejército cuyos principios fueron pisoteados. Pero la canción nos dice algo más. Entre quienes lucharon en Malvinas, una parte importante estaba compuesta por los conscriptos de las clases 62 y 63, los denominados “chicos de la guerra” según el título de una icónica película de 1984. Heredia los rescata en la figura de los “soldaditos de plomo”, un símbolo lúdico que para aquellos jóvenes pasó a la realidad. Y en el final, la canción nos dice:
Que vuelva el bruñido del bronce,
Que se limpien las banderas;
Yo quiero ver una fila entera de soldados desfilando
Y todo un pueblo cantando con renovada pasión.
Quiero de nuevo el honor Aunque no existan victorias,
Quiero llorar con la gloria de una marcha militar,
Y un banderín agitar, frente a un ejército popular...
Sin necesidad de mencionarlos, estos versos nos llaman a rescatar a aquellos soldados que sí pueden desfilar como parte de “un ejército popular”, porque han sostenido el único compromiso por el cual vale la pena arriesgar la vida: la defensa de la soberanía nacional. Ya no son los “chicos” de 1982 (en verdad, dejaron de serlo en el momento en que nuestro país les dio armas y los envió a la guerra). Son ahora, en su mayoría, padres que reciben el aplauso cada vez que desfilan y portan uniformes militares exhibiendo sus condecoraciones. Que son vivados por jóvenes en cada recital de Ciro y Los Persas cuando suben al escenario al ritmo de la canción que los homenajea y que en algún momento los llama “nuestros héroes de Malvinas”.
Decíamos al principio que Malvinas representa un nudo en la memoria de nuestro pasado reciente. Un nudo puede ayudar a que algo no se pierda, como el que se hace al final del hilo de coser para que la puntada quede fijada. También puede servir de recordatorio, como el nudo en el pañuelo de la canción “Como la cigarra” de María Elena Walsh. Malvinas es el nudo que nos hace recordar cada muerte ocurrida en las islas. Y cada una de aquellas otras muertes que, por egoísmo y abandono, hemos dejado que se produzcan en los años que siguieron a la guerra. Es también el nudo al final de un hilo que une los retazos de nuestro país a lo largo del tiempo y las generaciones. Está junto a los nudos de otros pañuelos y de otros hilos en la construcción de un recuerdo que aspira a ser compartido y atesorado para el futuro. Malvinas nos invita a practicar una conmemoración colectiva que, para ser sincera, deberá ir más allá de un feriado marcado en el almanaque. Una conmemoración solo sirve como tal si rescata a quienes nombra: a los que no han vuelto y permanecen bajo las cruces en el cementerio de Darwin y a los que han sobrevivido cargando hasta hoy las marcas de la guerra.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Borges y la guerra de Malvinas. (2012, 1° de abril). La Capitalhttps://www.lacapital.com.ar/politica/borges-y-la-guerra-malvinas-n381346.html.
Ciro y Los Persas. (2012). Héroes de Malvinas [canción]. En 27. 300.
Congreso de la Nación Argentina. (2000, 21 de diciembre). Ley 25.370. Día del Veterano de Malvinas. Boletín Oficial. https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/ley-25370-65442
González Monte, L. (2022, 27 de junio). El Presidente le dijo a Johnson que no habrá avance bilateral sin negociar Malvinas. Télam Digital. https://www.telam.com.ar/notas/202206/596757-alberto-fernandez-boris-johnson-malvinas.html
Falklands War 40th anniversary: PM praises 'daring and bravery' of veterans. (2022, 14 de junio). BBC. https://www.bbc.com/news/uk-61799056.
Junta Militar. Comisión de Análisis y Evaluación de las Responsabilidades del Conflicto del Atlántico Sur. (1982). Informe Final. https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/informe_rattembach.pdf
María Elena Walsh. (1972). Como la cigarra [canción]. En Como la cigarra. CBS. Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto. (s.f.).
La Cuestión de las Islas Malvinas. https://cancilleria.gob.ar/es/politica-exterior/cuestion-malvinas/la-cuestion-de-las-islas-malvinas
Poder Ejecutivo Nacional. (1893, 30 de marzo). Ley 22.769. Declárase "Día de las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur" y Feriado Nacional, el 2 de Abril. Boletín Oficial https://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/6500069999/65454/norma.htm
Poder Ejecutivo Nacional. (1894, 28 de marzo). Decreto 901. Día de las Islas Malvinas. Traslado de fecha. Boletín Oficial. https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/decreto-901-1984-65455
Victor Heredia. (1983). Aquellos soldaditos de plomo [canción]. En Aquellos soldaditos de plomo. Polygram Discos S.A.
Koselleck, R. (2001). Los estratos del tiempo: estudios sobre la historia. Paidós.
Todorov, T. (2002). Memoria del bien, tentación del mal. Indagación sobre el siglo XX. Península.
Notas
1 Muchas de las ideas que se exponen a continuación se han enriquecido en el diálogo con José Federico Witkowski, tesista de doctorado cuyo trabajo dirijo en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (UNLP).
2 Como lo sugiere la cortante respuesta del entonces Primer Ministro británico, Boris Johnson, a nuestro presidente Alberto Fernández. Frente a la demanda argentina para incluir la soberanía sobre las islas en la agenda de temas bilaterales, Johnson habría afirmado que ese tema se había “cerrado” hace cuarenta años. Fuente: https://www.telam.com.ar/notas/202206/596757-alberto-fernandez-boris-johnson-malvinas.html. Sobre la conmemoración que los británicos realizaron a cuarenta años del fin de la guerra, véase: https://www.bbc.com/news/uk-61799056.
3 Véase, por ejemplo, el análisis que realiza Tzvetan Todorov sobre los aspectos contrapuestos que rescatan los vencedores y los vencidos de la Segunda Guerra Mundial (2002, pp. 169-175).
4 La falta de preparación adecuada para llevar adelante una iniciativa bélica en esa geografía, la errónea apreciación de la reacción del contexto internacional en general, y de los Estados Unidos en particular, la ausencia de articulación entre las diversas Fuerzas Armadas para desarrollar una estrategia conjunta y el escaso compromiso con el combate que mostraron muchos de los cuadros superiores quedaron en evidencia en el denominado Informe Rattenbach, producido por la junta de investigación cuya composición y funcionamiento fue decidida por el propio gobierno militar en diciembre de 1982. El volumen del informe que contiene sus (durísimas) conclusiones puede consultarse en: https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/informe_rattembach.pdf.
5 “La decisión de invadir Malvinas fue una estupidez que debió ser tomada por media docena de militares borrachos”, había dicho Jorge Luis Borges en una entrevista a La Razón en 1985 según lo consigna el diario La Capital en la edición del 1 de abril de 2012 (https://www.lacapital.com.ar/politica/borges-y-la-guerra-malvinas-n381346.html).
6 En la actualidad, una parte de la opinión pública y cierta dirigencia política sigue esa línea de pensamiento, considerando que las islas “se perdieron” y que sus habitantes incluso tienen derecho a la autodeterminación. Sobre la imposibilidad de aplicar el principio de autodeterminación al caso de las Malvinas, véanse los argumentos que se presentan en la página web de la Cancillería argentina: https://cancilleria.gob.ar/es/politica-exterior/cuestion-malvinas/la-cuestion-de-las-islas-malvinas. Allí mismo se puede leer un detallado recorrido histórico de la posición de nuestro país sobre el reclamo de soberanía en los fueros internacionales.