Lucía Abbattista & Daniel Badenes
Editorial: Universidad Nacional de Quilmes .
Colección: Comunicación y cultura, dirigida por Alejandro Kaufman
Año: 2022
Páginas: 174
ISBN: 978-987-558-812-7
Diego de Zavalía Dujovne
Como docente universitario, acostumbrado a leer libros académicos, nunca esperé encontrarme en uno la historia de cómo se conocieron mis padres. Sin embargo, allí está, narrada en la página 30 de El diario de los chicos. Pero ¿qué es este “Diario de los chicos” cuya historia es también la historia de mi familia? Es un periódico dirigido a los alumnos de 6° y 7° grado, repartido en las escuelas de cada rincón del país entre 1973 y 1974, cuando Jorge Taiana era el Ministro de Educación Nacional. Mi madre, Marta Dujovne, fue la ideóloga y directora del proyecto que buscaba producir información de actualidad de manera comprensible para estudiantes de Primaria bajo la consigna “Los chicos tienen derecho a saber lo que pasa todos los días”.
Cuando Lucía Abattista y Daniel Badenes se enteraron de la existencia de El diario, se comunicaron con mi madre y comenzaron una investigación que se prolongó durante diez años. Entrevistaron a mis padres en varias ocasiones y también a las otras figuras clave del proyecto: el ilustrador y diseñador gráfico Lorenzo Lolo Amengual y el maestro Pablo Medina, conocido por su enorme trabajo como director de la librería y biblioteca infantil La Nube (su fundación por parte de él, mi madre y Marcela Silberberg es el tema del capítulo 10 del libro). También se reunieron con familiares de algunos participantes del proyecto que ya murieron e incluso pudieron rastrear a miembros del Equipo editorial que viven en el exterior y que habían perdido contacto con el resto. Además, lograron localizar y entrevistar a un alumno que escribió una de las numerosas cartas que recibió El diario y que mi madre atesora en su archivo personal.
Esta misma exhaustividad y rigurosidad en la investigación se observa en la contextualización de El diario, centrada en el Departamento de Comunicación Social del Ministerio de Educación dirigido por Andrés Zavala. Resulta difícil describir esta contextualización debido a la enorme cantidad de aristas abordadas: las internas peronistas, las políticas de comunicación para la liberación de la izquierda latinoamericana, diversas experiencias dirigidas a niños, las revistas político-culturales de la época, el lugar central de la historieta y las teorías sobre ella, la experiencia con la editorial nacionalizada Quimantú en el Chile de Allende y un largo etcétera.
Al leer la enumeración anterior se puede esperar un libro con tanta información que se vuelve desconexo y tedioso, sin embargo, la decisión de que el hilo conductor sean las biografías de algunos de los principales involucrados en el proyecto (Lolo, Pablo, mis padres) logra que el texto sea entretenido e interesante. Las notas al pie son aquí un recurso bien utilizado que permite sumar información relevante sin que se pierda el ritmo de lectura. La edición de la Universidad Nacional de Quilmes también facilita la lectura: las ilustraciones están bien impresas y son claras, la encuadernación es buena y resistente, y el tamaño es cómodo.
El diario de los chicos fue una experiencia breve, intensa y políticamente comprometida, nacida de ideas e intereses que mi madre sostuvo a lo largo de su vida, aún hoy cuando elige libros y muestras para sus nietos. Las personas nombradas en esta reseña siguen siendo grandes amigos entre sí. Es también un momento crucial en la historia familiar: apenas cancelado el proyecto llegó una amenaza de la Triple A y la primera huida en forma de viaje. El libro de Abattista y Badenes logra dar cuenta de este mundo íntimo y lo utiliza para hacer un gran retrato de época, centrado en el problema de la comunicación social. El abordaje y los interrogantes están planteados desde el hoy, con lo que el libro no aparece como un relato que nos repone un pasado superado y olvidado, sino como una historia para pensar nuestro presente.
Como se ve, la posición de los autores no es neutra, se identifican políticamente con las posturas de las cuales El diario formaba parte y muestran un enorme aprecio tanto por la experiencia que supuso este periódico como por las personas que la llevaron adelante. La consecuencia de esta pasión por el objeto de investigación es un libro riguroso, exhaustivo y entretenido. Me llena de orgullo el amor con que hasta entonces dos desconocidos escribieron sobre mis padres y su obra. Creo, además, que este amor da cuenta del interés que puede tener El diario de los chicos para el público en general.