Equipo CENDIE
Homenaje a Martha Vela de sus compañeros y compañeras del Cendie
ella estaba ahí presente, miraba…
Evocar a través de las palabras, de palabras escritas en una sección de la Revista Anales, es la mejor manera de rememorar amorosamente a nuestra querida Martha Vela, para que la memoria anide siempre en el presente y no se tiña de olvido, es nuestro mejor homenaje.
Martha nació por error en Capital Federal en 1939, pero su origen, aunque no certificado por el Registro Civil, fue su amado pueblo de Las Flores, en la provincia de Buenos Aires. Vino a La Plata a estudiar abogacía, pero su verdadero destino la llevó a formarse como Asesora Literaria en la UNLP y a conocer a su futuro esposo, Manolo Levin, quien fue el compañero de toda su vida. El derrotero laboral los llevó a vivir en Israel, Santa Cruz, Perú y los trajo nuevamente a La Plata, donde comenzaría a estudiar Bibliotecología y años después, en la década del 80 empezaría a trabajar en el Cendie. Eran ya una familia tipo, su vida y su corazón colmado de alegría le pertenecían completamente a sus hijos Eleonora y Juan.
Sin lugar a dudas vivió tiempos difíciles, que la hicieron aún más comprometida con la realidad, con el entorno y sobre todo con las personas. Fue una mujer intelectualmente refinada y de mucha sensibilidad, lectora incansable y voraz, con una mirada moderna, el espectro literario iba desde el Boom latinoamericano de los 60, Dolina, Quino, Fontanarrosa hasta las últimas novedades de literatura contemporánea y con esa misma amplitud abrazó el gusto por la música: desde Frank Sinatra, la Negra Sosa, los Beatles hasta CD de Los auténticos decadentes.
Martha siempre se desempeñó en el Estado, la escuela, el Cendie, ámbitos que se caracterizan por su responsabilidad social. En el caso particular del Cendie, se desempeñó en el área del servicio de referencia en el departamento de información. Área que cumple una función imprescindible, la de brindar un servicio fundamental: el derecho a estar informado y el acceso a la información pública. Ella así lo entendía porque la información debe ser de acceso público, debe llegar a la mayor parte de la población que la demande, (y así a veces hasta atendió a algún usuario por la ventana).
Martha fue muchos años parte del equipo técnico de la revista Anales de la Educación Común, fue traductora y correctora. Trabajó de manera incansable en la corrección y el oficio se le quedó pegado. Aún cuando la revista tuvo períodos de ausencia Martha siguió corrigiendo: nuestros escritos y los de otros. Estuvo siempre dispuesta, atenta, y sagaz. Quienes transitamos esos tiempos con Martha la pensamos siempre, cada vez, antes de entregar un escrito cualquiera en cualquier ámbito, sabiendo que si corrigiera Martha antes, seguramente saldría mejor.
Fue testigo del desarrollo de las nuevas tecnologías y de la digitalización de la más querida publicación en su paso por el Cendie: La Revista
. Como una madre que cuida y proteje a un hijo, ella observó con su vista de lince (así lo expresaba siempre) cada digitalización de los ejemplares de la colección y patrimonio del Cendie. Casi conocía de memoria esos lomos, sus costuras y encuadernaciones. Sabía de la importancia de ese trabajo casi artesanal que los nuevos veníamos a hacer
, respetaba esa tarea porque sabía que esa gran cantidad de material iba a estar disponible para aquellos que no podían ir personalmente a consultar, así se cumpliría nuevamente la función de acercar y acceder, desde donde estén a través de una computadora la colección más valiosa del sistema educativo provincial y de la Nación porque Anales es la primer publicación oficial educativa de la región.
En este sentido, desde que obtuvimos una dirección de correo electrónico y a través del Portal de la Dirección General de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires fueron creciendo cada vez más las consultas en el servicio de referencia, y Martha traductora, correctora y bibliotecaria referencista animaba con humor la tarea de todos y todas en el Cendie.
Por otro lado, participó de la edición de distintas publicaciones: Cendie Informa, Biblio XXI, Hoja Informativa, Serie Estudios y Documentos, del servicio de difusión Educación al Día que lo adoraba porque presentaba debates actuales en el campo educativo y se enviaba de forma personalizada en un sobre a un actor de la gestión de un nivel o modalidad. Ella era muy lectora, entonces antes que llegara al escritorio de ese director y actor de la gestión, se internaba en el texto que se había seleccionado para conocer que se estaba debatiendo en ese momento en esa área educativa.
La posta
Hay personas que dejan huellas en las instituciones porque las impregnan de sus modos, sus formas y porque de maneras más sutiles o más visibles se ocupan de transmitirle a quienes son recién llegados esa forma de hacer la institución. Quienes escribimos esta nota de alguna manera (y de distintas maneras) fuimos aprendices de Martha.
Nos legó entender al Cendie y a esta revista como un espacio público, que como tales deben ser cuidados y protegidos para que estén a la altura del público (lector o usuario). Nos enseñó a ser respetuoso del trabajo ajeno, que corregir es un acto de respeto. Las correcciones de Martha eran impiadosamente amables. Martha devolvía un escrito (del tenor que fuera) con tachones y enmiendas, pero también con una palabra de aliento, con la explicación justa.
También nos enseñó que lo que es del Estado, es de la ciudadanía y así, en el gesto más casero de prestar el baño a los vendedores ambulantes, usuarios, paseantes; no sólo nos enseñó que el lugar que ocupamos como trabajadores del Estado (aunque estemos detrás de un escritorio) nos implica ser solidarios.
La solidaridad de Martha se cuela en cada relato de quienes compartieron su trabajo cotidiano, de los viejos
a quienes acudimos para que nos la cuenten y cada uno con su estilo remarcó nuevamente esa cualidad de Martha. Los clientes de Martha
fueron los escritores conocidos, los investigadores que venían con consultas muy específicas; y los cuidadores de autos del barrio, la florista, los vecinos y quienes nos iniciábamos en nuestros primeros trabajos, que acudíamos en busca de consejo, ayuda o simplemente de una maravillosa compañía.
En este compromiso que asumimos, de celebrarla por escrito, nos pareció que debían también aparecer las voces de quienes transcurrieron muchos años compartiendo no sólo el espacio de trabajo. Acudimos a familiares y compañeros y compañeras y nos sumergimos en un intercambio de anécdotas y recuerdos maravillosos. Martha nos jugó otra vez una de las suyas… nos la imaginamos retándonos por esta escritura, la necesitamos corrigiéndola para que esté a la altura, nos contamos qué nos había enseñado a cada quién y qué hicimos con ello en este tiempo. Nos encontramos hablando con otros compañeros y compañeras que también nos enseñaron tanto… y nos siguieron enseñando en estos días en las charlas variadas que iniciamos con Martha como excusa. Nos pareció que no hacía falta nombrarlos, pero sí que estuvieran sus voces. Elegimos un puñados de frases que casi se repiten y que la pintan de cuerpo entero
:
Marthita… muy buena compañera, confiable, recta, reservada, discreta, parecía de piedra pero era de algodón, siempre al lado de quien la necesitaba, siempre defensora de los pobres, con humor particular, sabía de todo, leía mucho, se informaba, predispuesta para trabajar y muy meticulosa, corregía publicaciones y se dedicaba a enseñar a las más jóvenes.
Para mí Martha fue una grande, una gran compañera, una excelente persona. Siempre conmigo tuvo una amabilidad muy muy buena… Siempre ella recibía… cuando mi amigo me iba a visitar ella salía a recibirlo, era como amiga de mi amigo… Excelente persona.
Y cuando le cuidaba el auto… viste que había un muchacho que le lloraba la carta a Martha, y Martha le daba la llave, le limpiaba el auto, Martha le compraba los pañales para los bebés y cada vez tenía más y le decía yo: ¿Otro más Martha? Creo que había tenido tres hijos y para los tres bebés les compraba pañales...Martha ha hecho tanto… Solidaria, muy solidaria… conmigo fue lo más, bondadosa y solidaria. con las cosas que me pasaron ella se me aparecía en mi casa solita y venía y me hablaba de cualquier cosa, menos de las tristezas y me preguntaba… Una mina genial, solidaria, de esas que te miraban y sabía que algo te pasaba.
Nos pareció importante, que la revista rinda homenaje de algún modo a quien fue parte de su equipo, alguien que se la puso al hombro cuando no había respaldos, que la cuidó en cada detalle, como correctora y como cuidadora ad hoc en los períodos en que la revista no estuvo en la agenda de la gestión. Se ocupó también de legarnos esos amores. Este es un homenaje de los compañeros y compañeras del Cendie, con el que muy posiblemente no estuviera de acuerdo, pero lo estamos haciendo igual porque también nos enseñó a ser un poco desobedientes. Escribimos porque de alguna manera nos sentimos responsables de que eso que nos enseñó, ahora que no somos tan nóveles, quede escrito para que se sepa que alguien nos dejó la posta.